Jóvenes y rebeldes: los jóvenes del mundo están a la vanguardia del activismo

Ha sido un año de superlativos: una temperatura extrema tras otra empujan la columna de mercurio hacia arriba; tormentas devastadoras, inundaciones e incendios forestales están a la orden del día en Austria, Europa y todo el mundo. El informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) muestra que tendremos que acostumbrarnos a condiciones extremas en el futuro. Pero también muestra que podemos hacer algo, si actuamos ahora.

Una de las más poderosas amonestadoras del cambio climático es Greta Thunberg. El 20 de agosto de 2018, el primer día de clase después de las vacaciones de verano, la entonces joven sueca de 16 años se sentó frente al edificio del Parlamento en Estocolmo con un cartel que decía “Skolstrejk för klimatet“. Desde entonces, a partir de su huelga escolar por el clima, ha surgido un movimiento mundial: Fridays for Future. Cinco millones de personas la siguen en Twitter y más de doce millones en Instagram. La mayoría de sus seguidores son jóvenes y comprometidos.

En Austria, Lena Schilling, de 20 años, fue una de las primeras en salir a la calle por el clima. “Los jóvenes tienen responsabilidad. Cargan con la responsabilidad porque otros no la han asumido”, subraya la joven de Viena. Ya sea una protesta por el clima, la manifestación contra la deportación de estudiantes o la concentración contra la modificación de la ley de universidades, Lena Schilling está allí. “Quizá seamos impotentes ante las catástrofes naturales, pero no ante la injusticia. Podemos y debemos hacer algo contra ella”, está convencida. Su determinación proviene de la creencia en un mundo en el que ya no podemos imaginar las atrocidades que conforman nuestro presente.

Lena Schilling es una de los nueve activistas que participaron recientemente en la conferencia de Young Rebels. La protección del clima, el bienestar de los animales, la antirradicalización, el antirracismo… son muchos los temas por los que los jóvenes toman partido. Por ejemplo, Theo Haas es director del instituto Stubenbastei de Viena y recibió el premio Ute Bock al valor civil por su compromiso contra la deportación de colegialas el pasado enero. Noomi Anyanwu fundó la iniciativa contra el racismo “Black Voices Volksbegehren“. La ex repartidora de bicicletas Adele Siegel hizo campaña para que sus compañeros de Foodora (un servicio de reparto de comida online) lograran tener un comité empresarial.

“Sin el valor de una utopía, apenas hay cambios. Y tendemos a conceder esta capacidad a los jóvenes, que todavía no han vaciado nada de la sociedad, ni se han perdido ninguna acción ni han establecido las prioridades equivocadas”, dice la directora de la conferencia, Desirée Summerer, del Friedensbüro Salzburg. “Por eso me parece tan importante escuchar lo que piden los jóvenes rebeldes”. ¿Qué quieren? Entre otras cosas, que los mayores también hagan campaña por la justicia. “La generación de nuestros padres consume y produce mucho dióxido de carbono. Pero ellos mismos tendrían la capacidad y los recursos para ser activamente sostenibles”, dice, por ejemplo, la activista climática Laura Grossmann.

La impresión de que los jóvenes se están volviendo más políticos no es engañosa. Según el último informe de SORA (un instituto de investigación social de Austria) sobre la comprensión de la democracia por parte de los jóvenes, cada vez son más los que intercambian opiniones sobre política. Un tercio ha participado en una manifestación en los últimos cinco años y dos tercios apoyan a otros en su barrio, escuela o trabajo.

Los tiempos inciertos son el caldo de cultivo de la resistencia. El detonante para que Lena Schilling se volviera políticamente activa fue, por cierto, la crisis de los refugiados en 2015. “Los jóvenes de hoy han crecido con las crisis. La crisis financiera de 2008, la crisis de los refugiados de 2015, el coronavirus y la crisis climática”. Lena Schilling está convencida de que la acción individual ya no es suficiente. “La desigualdad en la población ha crecido. La crisis climática es cada vez más amenazante y estamos llegando a un punto en el que apenas es posible tomar medidas para contrarrestarla. Debemos superar los sistemas cuando no son buenos para la mayoría. Y ya hace tiempo que no lo son”.