“La reparación del daño por la vida de una persona ante la ley… equivale a unos 1,400 salarios mínimos, como 200,000 pesos… ¿tú crees que con eso se repone el dolor de lo que causó ese crimen?”
Con esta pregunta punzante, No nos moverán, dirigida por Pierre Saint-Martin, nos lanza al presente para mirar al pasado con los ojos bien abiertos. En los años 60, México se caracterizó por un afianzamiento de una clase media urbana y una acelerada movilidad social, los jóvenes soñaban con un “mundo mejor” impulsando su rebelión contra la represión y la democracia provocando el terrible suceso del 2 de octubre de 1968, hecho que aborda esta cinta como una herida que, para muchos, sigue abierta. Pero lo hace desde una perspectiva pocas veces explorada en el cine mexicano: la de los adultos mayores que sobrevivieron a esa masacre y cargan con el peso de la memoria, el duelo y la impunidad. ¿Qué fue de los sobrevivientes del 68? ¿Dónde quedó su justicia? ¿Y qué derechos les quedan hoy?
Fotografía de PROCINE
En un nostálgico blanco y negro, la cinta sigue a Socorro protagonizada por la galardonada actriz, Luisa Huertas, una abogada mayor que carga con culpa y una rabia intacta: el asesinato de su hermano en la masacre de Tlatelolco. Décadas después, una pista llega a su puerta lo cual la impulsa a crear un plan absurdo, torpe y conmovedor de venganza para buscar justicia.
Pero el corazón de esta historia no es la venganza, sino el derecho a sanar sin olvidar. En este contexto, la película se convierte en una potente denuncia sobre el derecho de las personas mayores y la manera en que tratamos a quienes construyeron las bases de nuestra democracia, incluso cuando esta aún tambalea.
Fotografía de PROCINE
En la actualidad, México vive un envejecimiento demográfico acelerado: aproximadamente 18 millones de personas tienen 60 años o más (CONAPO, 2024), y muchas de ellas enfrentan pobreza, abandono, discriminación o violencia institucional. La ley reconoce sus derechos —como el acceso a la salud, seguridad social, justicia y participación—, pero en la práctica, estos son constantemente vulnerados o simplemente ignorados.
Recordar la memoria de los adultos mayores es resignificar su existencia pues en ella habitan experiencias y verdades que no están en los libros, sino en la voz y la mirada de quienes las vivieron. Sin embargo, su testimonio suele quedar fuera de la conversación pública. Aunque se han hecho activaciones en espacios culturales como el Museo Memoria y tolerancia y el Museo Soumaya enfocados en la experiencia de la vejez, pocas veces se les coloca en el centro como portadores de esa memoria viva que interpela al presente y nos recuerda que la historia sigue en construcción.
Pero en un país donde la justicia es lenta y desigual, esa memoria enfrenta otro obstáculo: un sistema judicial que rara vez contempla los tiempos, las condiciones físicas o las necesidades de los adultos mayores. Muchos cargan con procesos legales interminables, casos que se diluyen en la burocracia o respuestas que nunca llegan. La falta de accesibilidad, el desinterés institucional y la revictimización los dejan en una especie de limbo legal, donde la verdad y la reparación se vuelven inalcanzables.
De esta forma, la película es más que una historia sobre el 68: es una denuncia sobre la forma en que el país trata a los que lucharon, a los que resistieron, a los que siguen aquí esperando respuestas. Y es que sin justicia, tampoco hay memoria; y sin memoria, no hay país.
Fotografía de PROCINE
Con 10 nominaciones al Ariel, No nos moverán nos recuerda que la justicia no tiene fecha de caducidad, y que la edad no debería ser un obstáculo para exigirla. Porque cada vez que ignoramos a una persona mayor, perdemos una historia. Y cada historia olvidada es una verdad que se apaga. Al explorar estos temas a través del cine, no solo retrata una realidad, sino que la preserva y la hace resonar en la memoria colectiva. Mirar de frente a las poblaciones y contextos de los adultos mayores es reconocer que su experiencia es un archivo vivo de nuestra historia común. Darles voz en la pantalla es asegurarnos de que, mientras haya quien cuente, la verdad seguirá encendida.
Porque mientras haya alguien que recuerde, que pregunte, que no se resigne…no nos moverán.
Disponible en Cineteca Nacional, Cinépolis y Cinemex.
Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y egresado de la especialidad en Guion de la Facultad de Cine. Ha dirigido videoclips, colaborado en cortometrajes. Su trabajo se enfoca en crear contenido y realizar proyectos donde el arte, la cultura y el cine se conectan para comunicar ideas con sentido, motivado por contar historias que inviten a sentir, reflexionar y reconocer lo humano en lo cotidiano.
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