Nuestra ciudad es un embudo. En ella chorrean una gran cantidad de “jugos”: extractos de diferentes realidades que al final terminan materializándose en cosas ácidas, agrias o muy dulces.
Todo es consecuencia de algo, y me fascina pensar en qué lo hizo ser así. Podríamos entender que las cosas son de determinada manera por culpa de alguien, pero no. Todo es parte de un extraño sistema de fuerzas que se conjugan y acaban dándole forma a todo lo que pasa e integran lo cotidiano. En vez de pensar que la Ciudad de México es “surreal”, como muchos dicen, yo creo que es ingeniosa, porque todo es consecuencia de un ingenio. Y aquellos pretendidos accidentes, no lo son. Nuestra dimensión urbana es resultado de un proceso de resolverse a sí misma.
Aquí no aplican conceptos como “evolución” o “desarrollo” o tantos otros. Estar en la Ciudad de México es estar en ti mismo. Los recursos que necesitamos para subsistir los obtenemos del muy personal aquí y ahora; todos nosotros, sin excepción alguna. Nuestra vida es prácticamente un proyecto de ingeniería existencial. Chunches emocionales, conceptuales, siempre chunches para todo; se nos olvidó la sencillez. Somos los reyes de la “sofisticación natural”. Cada ciudadano es un dispositivo borbotante de soluciones para su propia existencia y, en algunos casos, las de otros.
En este número decidimos hacer homenaje a esa parte de nuestra mentalidad creativa, mexicana y solucionadora. En el entendido de que no somos suizos ni gabachos, hicimos una revisión general –y satírica– de nuestra ciudad y su principio constructivo: made in chinga.
Paola Delfín nos acompaña con algo de su obra más reciente y el colectivo Mamutt nos cuenta su interesante propuesta a través del arte urbano. Diego Huacuja intervino la revista con su humor y talento.
El cuento es de nuestro muy querido consejero Luis Ramaggio y la foto de portada de Michael Calderwood.
¡Que lo disfruten!
María Portilla
Colaboradores:
