Tamal-Lab: una instalación sobre cuidados co-creada por Mi Calle Nuestra Calle y Diseña Colectiva enmarcada en el ABIERTO DE DISEÑO CDMX 2025

Tamal-Lab: una instalación sobre cuidados co-creada por Mi Calle Nuestra Calle y Diseña Colectiva enmarcada en el ABIERTO DE DISEÑO CDMX 2025

26/09/2025

¿Qué pasaría si pusiéramos el cuidado al centro de todo lo que hacemos e imaginamos Fue esa pregunta la que impulsó la creación de Tamal-Lab, una instalación de Mi Calle Nuestra Calle comisionada por Diseña Colectiva como parte de la primera fase de su iniciativa Cuidados Subversivos. La pieza estará disponible del 26 de septiembre al 5 de octubre en el marco del ABIERTO DE DISEÑO CDMX 2025.

En 2020 surgen en México dos iniciativas para impulsar la labor creativa de las mujeres: Mi Calle Nuestra Calle, fundada y dirigida por Sophia Arrazola, y Diseña Colectiva, fundada por Andrea Soler y Taina Campos. Ambos proyectos comparten una visión crítica y transformadora del espacio público, las relaciones interdependientes, el diseño y la participación comunitaria. En esta ocasión, Mi Valedor, gracias al apoyo de Inari Reséndiz, artista visual que colabora con Diseña Colectiva, tuvo la oportunidad de entrevistar a las integrantes de Mi Calle Nuestra Calle, con quienes compartimos algunos ejes de trabajo como el espacio público, las comunidades excluidas y sobre todo la calle como espacio comunitario y de resistencia. A partir de esta entrevista surgieron diversas reflexiones sobre su labor como proyecto y su trabajo colaborativo junto a Diseña Colectiva para desarrollar y dar forma a la instalación Tamal-Lab.

Mi Calle Nuestra Calle se define como una “laboratoria transfeminista transdisciplinaria dedicada al arte, a la investigación-acción participativa y a la exploración de futuros plurales junto a comunidades diversas y sistemáticamente excluidas, tanto en contextos urbanos como rurales”. Sophia Arrazola, directora estratégica, explica que el nombre de esta laboratoria surge a partir de la expresión popular “mi casa es tu casa”. La calle es el lugar que todes habitamos, por lo tanto, no hay mayor expresión del bien común: “la calle no se debe padecer, está para servirnos de lugar de encuentro y eso es lo que queremos provocar en esta laboratoria”. Desde su rol como directora operativa del proyecto, Jesica Bastidas añadió que “como una laboratoria de futuros, entendemos la calle como esta zona de energía, de encuentro y acceso igualitario. Esos son los espacios que queremos construir, donde se pueda construir comunidad desde los cuidados”. A su vez, Monse Padilla, diseñadora de la laboratoria, entiende la calle como el punto de inicio donde siempre comienza algo más, “la calle tiene que ser un vehículo libre para todes”.

Por su parte, Diseña Colectiva se enfoca en crear espacios y plataformas seguras para el desarrollo artístico de las mujeres en México. Su propuesta fusiona una crítica al diseño hegemónico en la actualidad y a los modos de producción que dentro de sus operaciones siguen promoviendo prácticas patriarcales. Inari Reséndiz, artista visual que colabora con el proyecto, señala que “la colectiva desarrolla experiencias de futuros especulativos en espacios públicos con el objetivo de construir entornos más seguros y buscar fortalecer el pensamiento crítico, así como la imaginación orientada al cambio”.

Este año Diseña Colectiva se puso en contacto con Mi Calle Nuestra Calle para solicitarles una instalación como parte de la primera fase de su iniciativa Cuidados Subversivos, enmarcada dentro del festival ABIERTO DE DISEÑO CDMX 2025. Cuidados subversivos, es “una iniciativa que busca recopilar datos para generar espacios de diálogo en torno al tema de los cuidados y que también obtuvo el apoyo del programa Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales 2024”. Inari Reséndiz explica que su objetivo principal es “encontrar el núcleo de los cuidados, porque descubriendo quiénes son las, los y les personas que cuidan de la vida y del mundo podemos tener certeza de encontrar las herramientas para la reestructuración que necesita México y el diseño contemporáneo”. Es a partir de estas ideas que Mi Calle nuestra calle desarrolló la instalación Tamal-Lab.

Tamal-Lab surge como un repositorio vivo de datos sobre la economía del cuidado, específicamente en la Ciudad de México. Sophia Arrazola nos cuenta que el proyecto comenzó a tomar forma a partir de conversaciones y cuestionamientos que comparaban el sistema de la milpa con los procesos de cuidados colectivos, “a partir de esa semilla fuimos desarrollando una investigación que nos llevó hasta la cultura urbana popular mexicana, específicamente los carritos tamaleros que son un elemento de la cultura vernácula que nos alimenta, nos cuida y que están presentes en la cotidianidad de todas las personas de la ciudad”. Estos carritos, presentes en cada esquina, son símbolos de afecto y sustento, “pero también les atraviesa mucha vulnerabilidad, están invisibilizados, damos por sentado ese servicio y ese servicio tiene todo un sistema de cuidados detrás que recae principalmente en las mujeres”. Porque “todes amamos los tamales, y no hay nada más reconfortante que saber que en la esquina siempre estará nuestra tamalera de confianza, pensar en el proceso que implica preparar esos tamales, desde muy temprano, con tiempo, esfuerzo y dedicación, es también pensar en los cuidados que sostienen nuestra vida cotidiana” añade Jesica Bastidas.

En Mi Calle Nuestra Calle entienden que los cuidados son todas aquellas acciones interdependientes que permiten satisfacer correctamente las necesidades de otras personas y están atravesados por lo cotidiano, lo estructural y muchas otras dimensiones. Jesica Bastidas comparte que “los cuidados son el soporte invisible que permite que la vida suceda”. En este sentido, señala que la pieza es un “laboratorio en sí, es una instalación participativa, la cual va a ir cobrando forma gracias a las personas que se acerquen que nos acompañen para poder abordar los primeros temas sobre qué son los cuidados, qué dimensiones hay y reflexionar mucho sobre cómo impactan los cuidados en nuestra vida diaria y personal, ya sean los cuidado que otorgamos o los cuidados que recibimos. La intención con esta pieza es comenzar a identificar a los actores de cuidados”: quiénes nos cuidan, a quiénes cuidamos y cómo queremos que se vean esos cuidados a futuro.

Tamal-Lab responde a un proceso de investigación-acción dividido en dos partes: datos demográficos para reconocer las voces que formaron esta instalación y datos cualitativos. Esta segunda parte alberga cuestiones como cuánto tiempo dedican las personas a los diferentes cuidados y cómo se relaciona esto con la carga de cuidados que recae sobre las mujeres, así como la invisibilización de los mismos. Para Sophia Arrazola, todo este proceso tiene que ver con “hacernos conscientes acerca de desde dónde recibimos cuidados y a quiénes principalmente cuidamos, ahí es donde se hace visible el mandato de género”. Además, la pieza tiene que ver con el imaginario de futuros, la laboratoria no quería solo hacer una pieza que recolecta datos, sino generar una obra que permitiera hacer preguntas sobre la realidad y cómo se pueden pensar nuevos futuros o formas de cuidado más equitativas. Jesica Bastidas añadió que “la intención con esta instalación es que uno pueda llegar desde diferentes perspectivas para ir escarbando estas preguntas, para ir detonando estas reflexiones y poder intensificar en nuestra vida diaria, en nuestra comunidad, cómo queremos que sean los cuidados”.

Sophia Arrazola destaca que una cosa muy interesante de esta pieza es que “como laboratoria ya teníamos muchos años deseando tener este carrito tamalero, es parte de uno de nuestros escenarios de futuro alternativos”. Esta instalación responde a una necesidad de Mi Calle Nuestra Calle para poder hacer sus experiencias móviles y accesibles.

A partir de toda esta investigación, Monse Padilla, explica que en cuanto a diseño “materializar la idea tiene varios procesos, porque primero tenemos que entender el concepto, una vez que ya tenemos todo desarrollado y conceptualizado, se necesita una plataforma o una base donde podemos visualizar esos datos y darle vida a la instalación”. En ese sentido, el carrito de tamales de la pieza sirve para activar en conjunto con las personas toda la información recopilada, pero todas en la laboratoria consideraban que faltaba algo. “Entonces se diseñaron mamparas o unos soportes para que desde larga distancia pudiéramos visualizarlo con color y formas”, añade.

Desde su papel como diseñadora en esta instalación, Monse Padilla también reflexiona sobre el proceso de co-diseñar, el cual está profundamente vinculado con la transdisciplina, para ella esto implica acercarse y colaborar con personas de distintos perfiles, saberes y alcances. Asimismo, hace énfasis en que “no es un proceso individual ni finito, sino una práctica colectiva que se nutre constantemente en todas las dimensiones de la pieza”. Requiere regresar a lo conceptual, a “esa iteración continua entre lo que queremos comunicar, las dudas que surgen y la materialización de las ideas”. Monse Padilla cree firmemente que “hoy se están abriendo nuevas conversaciones que nos invitan a contextualizar más profundamente las piezas, a reflexionar sobre otras realidades y a expandir el rol de las diseñadoras y arquitectas como observadoras activas”. Para la laboratoria es fundamental que “se empiece a incluir y proponer desde una colectividad, desde una sociedad capaz de albergar múltiples realidades y para ello se requieren múltiples mentes y procesos que permitan comprender con mayor profundidad”.

Sophia Arrazola regresa a la pieza para explicar que Tamal-Lab se articula en torno a cuatro ejes fundamentales: los cuidados, la experiencia, el carrito como laboratorio y la sonoridad. En cuanto a la experiencia, se propone “intercambiar alimentos por datos, se mandaron a hacer tamales que estarán presentes en la pieza”. Los datos recopilados se integran en un repositorio compartido con Diseña Colectiva para que los puedan integrar en su agenda de Cuidados Subversivos. Además, la directora de la laboratoria asegura que la investigación sigue activa mediante entrevistas a tamaleras y un foro digital donde las personas comparten sus vivencias, visibilizando cómo los cuidados recaen principalmente en las mujeres. En el segundo eje, “el carrito funciona como un laboratorio móvil donde se pueden formular hipótesis, aprender y experimentar con biomateriales que hacen visibles los datos, fomentando el diálogo intergeneracional”. Desde una mirada crítica, Mi Calle Nuestra Calle invita a reflexionar colectivamente e individualmente sobre los cuidados, transformarlos y pensar en futuros posibles. En el último eje, “la pieza se acompaña con un paisaje sonoro creado en colaboración con profesionales y a partir de entrevistas con personas que trabajan en el espacio público, especialmente mujeres tamaleras, para generar una experiencia que va más allá de consumir el tamal”. Aunado a esto, el último eje propone hacer más accesible la instalación para personas con discapacidad visual. En realidad, la pieza está diseñada para que puedan haber diferentes tipos de experiencia para cualquier persona que desee acercarse.

Considerando los ejes fundamentales de Tamal-Lab, Sophia Arrazola señala que los procesos de Mi calle Nuestra Calle “parten de una teoría revisada, pero su verdadero valor radica en hacerla accesible a la ciudadanía y reconocer los saberes y valores que emergen desde ella”. En este marco, la laboratoria busca entrelazar las diversas y únicas realidades que coexisten en las ciudades, generando una experiencia comunitaria orientada al bien común. “Usar un carrito tamalero es de alguna forma hablar el mismo lenguaje de la calle, ponerlo en valor, en un sentido de que es una práctica de la cotidianidad” y, de este modo, se acerca el diseño a la vida diaria, “el lenguaje que usamos en Mi Calle Nuestra Calle está dirigido a la ciudadanía, es hablar un lenguaje que se acerque a la realidad y la atraviese”. Por su parte, Monse Padilla enfatiza que “el diseño tiene la capacidad de permear en distintas capas sociales, y mientras más conecte y más propositivo sea, más posibilidades existen de juntarse con otres para imaginar y construir soluciones colectivas”.

Tamal-Lab estará disponible del 26 de septiembre al 5 de octubre de 12:00 a 18:00 hrs. en la explanada del Centro de Cultura Digital. El 4 de octubre se llevará a cabo una jornada especial de tamales gratis y encuentros comunitarios, y el 5 de octubre será la clausura con música en vivo y DJs sobre el carrito. Les invitamos a acercarse, participar y reflexionar colectivamente sobre el cuidado, el espacio público y los futuros posibles.

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