Soy de aquí, del Distrito Federal, y llegué a la calle porque mi familia ya no me apoya. Hice cosas que no debí haber hecho. Llevaba dos años en las calles antes de llegar al albergue de Mixcoac. Es difícil quedarte en la calle: la gente te discrimina y es peligroso estar afuera de una central camionera a las tres de la mañana. Da miedo que te vayan a robar, y es muy incómodo buscar dónde ir al baño sin poder pagar.
Estoy muy agradecido al albergue y a Mi Valedor por darme un voto de confianza. Aquí he encontrado una familia, y estoy contento por la oportunidad de trabajar. A veces cuesta vender la revista, hay que respetar a la gente cuando dice que no, alejarte y decir “gracias”. Pero sé que si 90 me dicen que no, 10 me van a decir que sí, entonces no pierdo la fe y soy constante.
Todos los valedores somos valiosos y nos da orgullo el trabajar en una revista. Tenemos que echarle ganas y aprender de nuestros errores. Sí, cometimos fallas, como en todos lados: yo antes me drogaba, y tuve que tocar fondo y cambiar mi mentalidad. Mi Valedor me ha dado otros valores y principios. Me gusta mucho que nos hablen de valores y los talleres de dibujo. Muchas veces nos hace falta con quién hablar, y dibujando te desestresas y lo sacas.
Yo quisiera seguir en Mi Valedor. Mi anhelo es involucrarme en la revista, ser diseñador gráfico, publicar fotografías, y trabajar con la gente de calle. Como valedores, podemos poner el ejemplo. Es difícil, mas no imposible; también es que la gente quiera cambiar, no puedes ayudar si no. Necesito trabajar conmigo mismo, pero en un futuro quisiera tener carrera y, por qué no, ya tener un carro, una esposa, y dónde vivir… aunque ya mejor tener un departamento.