Nidia Cervantes nos lleva en un recorrido del Cine Tonalá a una feria del libro, pasando del son de la cumbia colombiana al son de las palabras chilenas que impregnaron la XVII edición de la FIL del Zócalo.
La cumbia es un género musical que se identifica con el barrio, con lo popular y lo guapachoso. La hay de diferentes sabores y colores, para todos los gustos, de aquí y de allá, pero todas nos hacen bailar. Hace poco un amigo me decía “por andar de roquerillo me perdí de muchas cumbias” sólo atiné a decir que yo por eso “agarro parejo”, porque ahora en un tiempo en el que la palabra inclusión se encuentra repetidas veces la podemos encontrar también en nuestra cumbia.
El pasado 12 de octubre se presentó Carmelo Torres en el Cine Tonalá. Un espacio que ofrece en su cartelera la exhibición de películas independientes pero que además está abierto a otras expresiones culturales como la música. La cita fue a las 9:30 de la noche, pero como muchos llegamos antes aprovechamos para comer y beber algo en su restaurante. La gente llegaba, mexicanos y colombianos listos para saborear la cumbia sabanera de un exponente de talla mundial. Al músico colombiano se le conoce como “La Biblia del acordeón” y su estilo sabanero hace referencia al territorio de la sabana colombiana, es cumbia tradicional.
Ya todos adentro de la sala, emocionados vemos llegar a los cinco músicos, todos ellos con un sombrero de palma, y con una voz de quien ya tiene años de sabiduría Carmelo Torres anuncia la primera canción Amanezco bailando. El cuerpo pide movernos, las butacas no son opción ante el ritmo del acordeón, el guache y los tambores. Poco a poco los pasillos se llenan de parejitas que arman el bailongo, apretados y con calor, pero nada que pueda detenerlos, pues como bien dice el maestro Torres “mientras viva no dejo de parrandear”.
La fiesta continuaba, pero en donde nos echaron al bolsillo fue cuando presentaron Bailemos cumbia, el primer sencillo de su reciente disco Me recordarán. ¿Por qué nos echaron al bolso? porque está dedicada al pueblo mexicano, entonada justo cuando los mexicanos vamos pasando el trago amargo que nos dejó el 19 de septiembre.
La Guadalupana es la virgen mexicana y de ella va la canción compuesta por Orlando Landero que en el coro dice: “bailemos bailemos cumbia, en tu tierra mexicana”, llega al alma, católicos o no pero sí cumbieros de corazón. Las butacas quedaron atrás y ahora en el escenario ya no sólo hay músicos sino también bailadores. Sí, en el cine se baila, en la pantalla y entre las butacas.
De Colombia nos vamos a Chile, ambos países en la polifacética Ciudad de México. En la Feria Internacional del Libro del Zócalo se presentó de sorpresa Chico Trujillo el pasado 22 de octubre.
Chico Trujillo es una banda que fusiona cumbia con bolero, ska y reggae y que se ha ganado la admiración y cariño de los mexicanos guapachosos. Llenaron el Foro Rius, escenario principal de la feria dedicado al recién fallecido caricaturista. Ésta banda chilena fue la elegida para representar a su país que fue el invitado de honor de la XVII edición de la FIL.
Desde 1999 vienen haciendo bailar a grandes y a chicos, es común encontrar en sus conciertos a chavos con sus pequeños, pero también hay quien llega con su “jefecita”. Las generaciones mayores se identifican con algunas canciones que en su tiempo interpretaba Mickey Laure como La secretaria o La cosecha de mujeres, pero su repertorio no termina ahí. Los asistentes tuvimos el gozo de disfrutar algunas de sus canciones más conocidas como Gran pecador, Loca, Y si no fuera, El conductor. Poco más de una hora de sabor a cumbia chilombiana tuvimos para bailar en el corazón de la ciudad. Más que satisfechos salimos de la carpa y Chico Trujillo generosamente mandó un saludo a los valedores de nuestra revista y toda la población olvidada por el Estado cerrando con un abrazo para todos ellos.
La Cumbia ya sea mexicana, chilena o colombiana tiene su ritmo y logra meterse y hacernos bailar en el cine, en las ferias, en las revistas y por supuesto en nuestros corazones cumbieros.
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