Hay varios casos de éxito como es la historia de Francisco, quién después de salir de la cárcel por un delito menor, no lograba conseguir trabajo y vivía en un albergue. “Él llegó con una personalidad apagada y bastante escéptico, pero poco después de empezar a trabajar como valedor, esto cambió, creyó en el proyecto, trabaja en casi todas las ediciones, le encanta la fotografía y participa en distintos talleres. Hoy está acabando de pagar sus estudios. Tiene su propio cuarto. Dejó ya la situación de calle.”
“Para los borrachos no hay justificación que nos haga entrar en razón”, afirma Vanessa Solís en esta humorística reflexión sobre la increíble capacidad mexicana para darle la vuelta a cualquier mandato legal, tenga fundamento o no.
Las cosas en la ciudad han cambiado drásticamente; basta con recorrerla para darse cuenta. Sin embargo, entre quesosas rebanadas, seguimos y seguiremos compartiendo historias, deseando que duren un poquito más…