En 2025, con su edición número 182, el Viacrucis de Iztapalapa reunió a más de dos millones de personas, quienes asistieron no solo por motivos religiosos, sino también como parte de una de las expresiones sociales y culturales más representativas de la capital mexicana.
Fotografía tomada por Arturo Soto
El Viacrucis de Iztapalapa es una de las representaciones culturales y religiosas más importantes y significativas de la Ciudad de México. Este evento, que atrae cada año a millones de personas, ha evolucionado con el tiempo, convirtiéndose en una tradición que no solo refleja la devoción religiosa, sino también la identidad cultural de una comunidad que ha hecho de esta representación una de las más grandes y multitudinarias del mundo.
Fotografía tomada por Arturo Soto
La historia del Viacrucis de Iztapalapa se remonta a 1833, cuando los habitantes del lugar realizaron una procesión para pedir protección divina frente a una epidemia de cólera que azotaba la región. Esta manifestación de fe, que originalmente fue un acto de penitencia, evolucionó en las décadas siguientes, adquiriendo un fuerte simbolismo comunitario y religioso. A lo largo de los años, la representación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo fue adquiriendo mayor protagonismo, hasta convertirse en el evento masivo que conocemos hoy.
Fotografía tomada por Arturo Soto
El Viacrucis de Iztapalapa de este año fue un evento enorme, que, como cada año, se extendió a lo largo de varios días, culminando en el Viernes Santo. Este año, el evento reunió a más de dos millones de personas, quienes acudieron para ser parte de una de las representaciones más grandes y elaboradas de la Pasión de Cristo en el mundo. Desde el Domingo de Ramos hasta el Sábado de Gloria, la comunidad de Iztapalapa se prepara para recibir a miles de visitantes que llegan a presenciar las diferentes etapas de la escenificación, que incluye desde la entrada triunfal a Jerusalén hasta la crucifixión y resurrección de Jesús.
Fotografía tomada por Arturo Soto
La figura del nazareno, que se viste con túnicas moradas y camina descalzo llevando una cruz, se convirtió en uno de los elementos más representativos del evento. Esta figura simboliza la penitencia y la devoción de aquellos que participan como una promesa, como una forma de redimir sus pecados o pedir favores divinos.
Fotografía tomada por Arturo Soto
Además de estos personajes, es común encontrar a mujeres como las “piadosas” que acompañan a Jesús en su camino al Calvario, una de las escenas más emotivas de la representación. La representación de la Soledad de la Virgen María, que se realiza durante el Sábado de Gloria, es otro momento de gran trascendencia en el que las mujeres, tanto las participantes como las espectadoras, expresan su conexión emocional con la historia de la pasión. El dolor y la tristeza de la madre que pierde a su hijo se convierte en un reflejo de la empatía colectiva, que se vive no solo en el escenario, sino también entre los asistentes.
Fotografía tomada por Arturo Soto
La devoción no solo se limita a los participantes, sino que impregna todo el ambiente de Iztapalapa, donde la comunidad entera se ve involucrada, no solo como espectadores, sino como actores esenciales en el mantenimiento de esta tradición.
Fotografía tomada por Arturo Soto
La logística de este evento masivo también implica una coordinación significativa de seguridad y salud pública. Este año, se desplegaron más de 3,000 elementos de seguridad, y se atendieron más de 600 casos médicos a lo largo del evento, todo bajo el cuidado de las autoridades locales y el Comité Organizador de Semana Santa de Iztapalapa (COSSIAC).
Fotografía tomada por Arturo Soto
Este año, participaron más de 1,500 personas en las diversas escenas de la Pasión, incluidas figuras clave como Jesús de Nazareth, la Virgen María, los apóstoles, y las mujeres piadosas. Cada uno de estos personajes fue interpretado por personas de la comunidad local, quienes dedican meses de preparación para dar vida a las escenas que conforman la representación.
Fotografía tomada por Arturo Soto
La selección de los actores se realiza a través de un proceso organizado por el COSSIAC, y cada actor recibe formación tanto en los aspectos religiosos como en los artísticos, con el objetivo de representar de manera fiel y emotiva los momentos más significativos de la Pasión de Cristo. Esta preparación incluye ensayos previos, y el apoyo de expertos en dirección artística y vestuario, para garantizar la calidad y el respeto por la tradición.
Fotografía tomada por Arturo Soto
Fotografía tomada por Arturo Soto
El trabajo conjunto entre la comunidad, las autoridades locales y los organizadores es lo que ha permitido que el Viacrucis de Iztapalapa continúe siendo uno de los eventos más grandes del país, destacándose no solo por su dimensión religiosa, sino también por su impacto cultural y social.
Fotografía tomada por Arturo Soto
Durante los días del evento, la comunidad se une en una atmósfera única de fe, cultura y tradición. La participación de los nazarenos, el colorido de las representaciones, las interacciones entre los vecinos y los visitantes, y las actividades paralelas, como las ferias y los mercados de alimentos tradicionales, crean una celebración que es tanto religiosa como cultural.
Fotografía tomada por Arturo Soto
La edición de este año fue una vez más un testimonio del fervor colectivo, la organización comunitaria y el valor de preservar las tradiciones, no solo como un acto de fe, sino como un elemento vital de la cultura de Iztapalapa. En cada paso que los nazarenos dieron, en cada escena representada y en cada interacción social, quedó claro que el Viacrucis de Iztapalapa sigue siendo una de las celebraciones más poderosas y significativas de México.
Fotografía tomada por Arturo Soto
Fotografía tomada por Arturo Soto
Fotografía tomada por Arturo Soto
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