La palabra “tianguis” tiene su origen en la época prehispánica, y proviene del náhuatl “Tianquiztli”, que significa directamente mercado. Según han dado a conocer los historiadores, las poblaciones aborígenes se referían con ese término a los espacios donde practicaban el trueque (intercambio de bienes y servicios por otros bienes y servicios), método muy utilizado por aquel entonces para comercializar.
A estos mercados iban habitantes de todas las poblaciones rurales alrededor de las grandes ciudades de Tenochtitlan, Tlatelolco, entre otras, y llevaban los productos que cosechaban localmente, en especial alimentos básicos como el maíz, el chile, el frijol y el cacao.
Durante el período de la conquista, el intercambio comercial sorprendió a los españoles, por la cantidad de gente que se concentraba en aquellos lugares. Con el pasar del tiempo, los tianguis se fueron trasladando a las cercanías de los recintos religiosos, generalmente frente al atrio o alrededor de una fuente. Se transformaron así en áreas de culto donde se negociaba y se evangelizaba a la vez.
En nuestros días, los tianguis siguen siendo mercados populares, pero especialmente para la compra y venta, más que para el intercambio, de productos y servicios. En México se ubican en ciertas calles de forma semifija durante días específicos de la semana, y las personas que los visitan pueden adquirir infinidad de artículos, como ropa, calzado, herramientas, juguetes, libros, tecnología, medicamentos, utensilios para el hogar y una amplia variedad de alimentos preparados, crudos o empaquetados, entre otras cosas.
De acuerdo al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en la República Mexicana aún existen tianguis que han perdurado desde antes de la llegada de los españoles, como los de Tenejapa y San Juan Chamula en Chiapas; Tianguistenco y Otumba en Estado de México; Chilapa en Guerrero; Ixmiquilpan en Hidalgo; Zacualpan de Amilpas en Morelos; y Cuetzalan en Puebla.
Por otra parte, según la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco), tan solo en Ciudad de México hay mil 418 tianguis, que se instalan en diferentes sectores de la capital. Uno de ellos se formó en el siglo XX, y es considerado el más grande de Latinoamérica (aunque a estos sitios se les adjudican distintos nombres en otros países).
Ubicado en la Alcaldía Gustavo A. Madero, el tianguis de la San Felipe de Jesús, conocido coloquialmente como el tianguis de la Sanfe’, tomó forma en noviembre de 1962 bajo el nombre de Unión Emancipadora, sin embargo, luego de algunos años los trabajadores y vecinos decidieron llamarlo igual que la colonia que lo alberga.
Se instala en todo su esplendor a lo largo de las calles Villa de Ayala, León de Aldama y Ocotlán, abarcando ocho carriles viales, y se erige como un laberinto comercial de alrededor de cinco kilómetros de largo.
Es tan gigantesco, que se puede recorrer desde el oriente, donde colinda con los límites del municipio de Nezahualcóyotl, en el Estado de México, hasta la Avenida Gran Canal, en la frontera con Ecatepec.
Visto desde las alturas destacan las carpas amarillas, rosas y rojas, bajo las cuales 30 mil vendedores, aproximadamente, ofrecen sus productos. Se estima que por semana asisten más de 500 mil personas a “chacharear”.
El señor Silverio Cervera Sánchez, uno de los fundadores, recuerda que su padre y sus hermanos colocaron los primeros puestos sobre el Gran Canal cuando él tenía 15 años. Indica que de hecho algunos cineastas y escritores lo han buscado para hacer una película y escribir un libro, pero hasta ahora nada se ha concretado.
“Este tianguis inicia a la orilla del gran canal cuando existía una barda que construyó el gobierno del Distrito Federal (ahora CDMX) para poder proteger de la inundación en caso de desbordamiento del gran canal, entonces ahí llegamos cuatro personas, entre los cuales estaba el sr. Francisco Cervera Cortés, Juan Cervera y un servidor, Silverio Cervera, y también un señor de nombre Vicente Montes Camacho. Mi padre traía calzado reparado, o sea, era el zapatero remendón, y yo traía herramientas de segunda mano como llaves españolas, ligas, limas, y así. La satisfacción más grande que tengo es que cientos, sino es que, hasta miles, de compañeros que han pasado a través de la historia en esta fuente de trabajo han logrado superarse en su economía, y poder apoyar a sus hijos para construir una carrera, pero también así hay compañeros que sus hijos terminaron de doctores, ingenieros, de maestros, y tienen que refugiarse nuevamente en nuestra fuente de trabajo por la falta de campo de acción”, comenta don Silverio en una entrevista para el Canal Once de México.
Más de 60 años después, 15 organizaciones de comerciantes participan en el tianguis. El horario va desde las 8 de la mañana hasta las 6 de la tarde, a lo largo de la semana, aunque es en domingo cuando abren todos los locales.
Miguel Ángel Ávila, vendedor, señala que se dedica “a vender chácharas. Tengo 40 años vendiendo. Vendo zapatos y ropa usada, bolsas, juguetitos. Lámparas, algún diablito, espejos. La gente que va sacando sus cosas que ya no utilizan o ya no quieren me las regalan o se las compro. Por falta de trabajo comenzamos a trabajar en esto y funcionó y aquí seguimos. Aquí he mantenido a mi familia, la he sacado adelante, ya mis hijos son profesionistas y pues seguimos nosotros en esto, al final de cuentas no tenemos un trabajo fijo sino que somos comerciantes ambulantes (…) Yo me siento muy bien porque me siento una persona útil, sin defraudar a nadie, dándoles garantía de lo que yo vendo, lo que puedo yo lo reparo y lo que no yo les digo no sirve y si la gente quiere llevárselo se los lleva y yo les doy garantía o les retribuyo su dinero si no están conformes. Es un tianguis muy seguro, ya no es como antes, hay menos delincuencia. Entre los mismos comerciantes nos apoyamos”.
Por su lado, Víctor Uscanga, comparte que vende “herramientas; tengo como 30 años trabajando aquí. Mi papá fue quien empezó, vendía cualquier cosa y yo implementé lo de la herramienta. Yo vendo herramientas de todo tipo: carpintería, herrería, electrónica, de todo. Llego como a las 8 de la mañana, bajamos todo, preparamos todo y pues listos para trabajar, echarle ganas. Es una tradición, desde mi papá, mis hermanas trabajan aquí, y pues me gusta hacer esto. Me apasiona mi trabajo”.
Miguel Ángel Pérez, otro vendedor, manifiesta que se dedica a comerciar “ropa, la traemos de las fábricas, es pura ropa nueva y el precio es de 40 pesos. Tenemos vestidos, blusas, faldas, pantalones. Yo compro directamente en las fábricas, a la gente que la confecciona, entonces lo que me venden es lo que les sobra. Lo que iba a ir a Walmart, Suburbia, ellos me lo venden muy económico. Yo empecé aquí en este tianguis hace 14 años, y no tenía lugar. Ya con el tiempo adquieres un lugar, lo compras o lo rentas. Yo soy comerciante de 7 días, porque hoy estoy aquí, mañana en Cuernavaca, pasado en Cuautitlán-Izcalli, en Iguala, Toluca, Cuautla, Puebla. Yo me dedico al tianguis diario”.
Antes de la pandemia por el coronavirus estaba permitida la venta de bebidas alcohólicas, pero ahora este servicio quedó suspendido. Cabe destacar que desde hace algunos años se han reubicado varios puestos con el objetivo de permitir el paso de vehículos y peatones por la zona. Se ideó reducir 10 centímetros por cada metro de longitud de los establecimientos, además de realizar un padrón con todos los trabajadores del lugar. Por otra parte, las 120 toneladas de basura que genera este mercado semanalmente son recogidas por 12 camiones cada domingo.
Francisco Cervera, uno de los organizadores del tianguis de la Sanfe’, comenta que “este tianguis lo organizamos cada ocho días, con un recorrido en la mañana, para checar qué personas vinieron a trabajar. Cada domingo vienen los dueños de los lugares, pero algún domingo pueden llegar a faltar por cualquier cosa que se les presente. En la mañana vamos checando qué lugares están vacíos y los ocupamos con gente que viene a pedir un espacio para trabajar ese día (…) Para ubicar un puesto aquí en el tianguis y que puedas trabajar se maneja de tres formas: una, ya sea con el dueño del lugar que le compres tú el espacio. La segunda forma es que tú vengas y puedas rentar el espacio con alguna persona que sea titular del lugar, y la tercera y más común es que tú vengas, te formes en un horario de 6 a 9 de la mañana, y nosotros te damos una hojita en donde se van apuntando y conforme nosotros veamos qué cantidad de espacios tenemos, vamos ubicando a la gente que viene por ese domingo, y de ahí se les empieza a prestar el lugar”.
Los tianguis en México son más que mercados, evolucionaron hasta consolidarse como recintos familiares de cultura, tradiciones, comercio, curiosidades y sorpresas. Mucha gente va en sus ratos libres a pasear, “echarle un ojo” a las ofertas, pero también para buscar artículos que requiere con urgencia o degustar deliciosas comidas típicas. Inclusive se pueden encontrar objetos dignos de coleccionistas: Por ejemplo, en el de la San Felipe de Jesús han llegado a verse cámaras fotográficas de principios del siglo XX.
Don Silverio Cervera aprovecha para hacer un llamado y “decirle a la gente que, aunque yo ya no exista, que siga la fuente de trabajo, que todos mis compañeros, amigos y los que son parte del tianguis, vengan, asistan y se siga subsistiendo. En un día no recorres ni la octava parte del Tianguis. Y además este tianguis más bien parece un centro de distracción. Vengan, se invita abiertamente a todo el público en general para que venga y conozca San Felipe”.
Finalmente, en el 2019 los líderes del tianguis de la Sanfe’ firmaron un convenio con la alcaldía Gustavo A. Madero en el marco del operativo “Tianguis Seguro”, para garantizar la seguridad de habitantes y comerciantes. Entre otras cosas, acordaron vigilar la procedencia legal de los aparatos electrodomésticos y de telecomunicaciones que están a la venta, impulsar actividades deportivas, de salud y culturales, así como realizar rondines permanentes.
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