Hecho en Buenos Aires por la salud mental

08/02/2022
Por Pablo Sáez

El Equipo de Salud Mental del Hospital Blas Dubarry de Mercedes, Argentina, inicia un proyecto colaborativo con la revista callejera Hecho en Buenos Aires, miembro de la Red Internacional de Periódicos Callejeros (INSP), al igual que Mi Valedor.

Por Pablo Sáez

JUNTOS POR LA SALUD MENTAL: “Es un sueño que la revista pueda venderse en Mercedes y con personas que estuvieron en la sala”.

El Hospital Dubarry de Mercedes está ubicado a 100 kilómetros de la capital argentina y durante años fue la única sala de internación de la zona. Recibía a personas de varias localidades cercanas y, como pasaba en otros lados, las internaciones prolongadas rompían lazos y conexiones afectivas, dificultando así la externación. Desde la sanción de la Ley de Salud Mental, esta situación pudo cambiar. La experiencia del Dubarry, por su creatividad y trabajo interdisciplinario, busca un cambio día a día en el modo de atención de la Salud Mental. En una cálida entrevista virtual conversamos con parte de su equipo junto a Sebastián Barrionuevo, de la coordinación operativa de Hecho en Buenos Aires (HBA).

Andrés Cartelli, psicólogo y jefe de la sala de Salud Mental, es uno de los impulsores del proyecto. Es de Buenos Aires, pero luego de 20 años de vivir en Mercedes se declara con “doble ciudadanía”. Mercedes Cerra y Clara Busso, también psicólogas de Buenos Aires, son residentes de segundo año y responsables de dispositivos fundamentales para el cambio en el modo de atención.

¿Cómo comenzó esta transformación en la atención de la sala de Salud Mental?

Andrés: Con la Ley de Salud Mental y la llegada de más profesionales al servicio, se abrió la posibilidad del cambio. La internación pasa a ser un momento, lo más breve posible, y no una solución única a la cuestión de la “locura”, del malestar en la vida que todos podemos tener. La ley parte de la presunción de capacidad de todas las personas, la búsqueda de la salud y la preservación de los derechos de las personas internadas. Es una declaración de principios muy potente, pero a su vez una aclaración que genera un poco de escalofrío al pensar cómo fueron algunas cosas antes.

Mercedes: Desde el año pasado tenemos dos espacios funcionando: un grupo lúdico y otro terapéutico, de frecuencia semanal y participación libre. Surgieron como respuesta frente a las restricciones por la pandemia. Cuando los usuarios de la sala venían a buscar la medicación para continuar con sus tratamientos, percibimos la necesidad de un espacio de acompañamiento y de escucha. Entendimos que no estaba bueno que lo pasaran en soledad. Por eso comenzamos en un patio al aire libre que nos habían cedido en el hospital: en dos canteros arrancamos una huerta chiquita y propusimos actividades con juegos. Al tiempo recibimos como donación un metegol y una mesa de ping-pong y organizamos pequeños campeonatos. El espacio se fue consolidando y se fue fortaleciendo el vínculo de los usuarios entre sí y con el hospital. Eso, que fue una respuesta de emergencia, trascendió el momento.

¿Cómo era el funcionamiento antes?

Clara: La sala contaba con el Hospital de Día. Era una sala abierta, es decir, sin las restricciones sanitarias actuales. Había talleres y una docente les daba clases para completar su escolaridad. Era una población que venía todos los días al hospital y contaba con ese espacio. No venían sólo a buscar la medicación, sino también la comida y a encontrarse con los profesionales para expresarse o consultar sobre lo que les estaba pasando.

Andrés: Eran cerca de doce personas las que venían diariamente a la sala. Algunos almorzaban ahí y compartían los talleres con las personas internadas. Se generaba una conversación que estaba buenísima: el que estaba afuera ya había pasado por la experiencia y sabía de qué se trataba, generando una suerte de camino a seguir. Era como un pequeño club, un espacio hermoso con talleres de teatro, plástica, escritura, música… Desde ahí se daban cosas muy vitales y delirantes, en el buen sentido. Todo arrancó con Marcela, maestra de la Escuela de Adultos, que es la base del Hospital de Día. Se sumó Gustavo, el profe de música, armando un coro con el que llegamos a cantar en público. Era una pequeña “Armada Brancaleone” bien organizada, y de hecho nos han aplaudido (risas). Hasta vivimos un casamiento de dos participantes, del que fuimos testigos. Todo lo hicimos sin presupuesto, con el aporte desinteresado de profesionales, artistas y gente del hospital que hacían suyo el proyecto. 

Las restricciones sanitarias provocaron un corte…

Andrés: Fue un golpe terrible, nos complicó un montón. Se hizo algo muy esquemático: la persona estaba internada y después se iba. Eso dificultaba la externación, que suele ser gradual. Fue así que mientras las personas esperaban medicación en la sala de espera, comenzamos a darles una vianda desde la cocina. Así se armaron los talleres en el patio, para cuidar los vínculos.

Clara: Ese espacio lúdico luego se consolidó y adquirió una lógica en sí mismo. Pero luego consideramos que había que ampliarlo y sumamos un día a la semana con un espacio terapéutico grupal donde los externados continuaron el tratamiento. Aun así, todos anhelamos que termine la pandemia y podamos volver a un flujo más frecuente, cómodo y dinámico.

¿Cómo surgió el proyecto en común con Hecho en Buenos Aires?

Andrés: Desde que descubrí la revista, siempre la leí. Un día pensé en la posibilidad de hacer algo juntos. Escribí a la redacción y nos encontramos con Sebastián de HBA, y durante horas charlamos sobre puntos en común del trabajo que realizamos. Así surgió la posibilidad de la venta de la revista como salida laboral. La pandemia suspendió todo, pero hace dos meses lo reflotamos. Es un sueño que la revista pueda venderse en Mercedes y con personas que estuvieron en la sala. Mucha gente no la conocía y se sorprenden por su calidad. Esto contribuye al Hospital de Día donde lo más difícil es encontrar vías de inclusión social luego de la internación.

Mercedes: Nosotras acompañamos esta iniciativa en los espacios grupales y trabajamos para familiarizarlos con la revista. La experiencia piloto es con nuestro primer vendedor, Roberto Rodríguez, con quien miramos los números, ensayamos su venta y compartimos cómo se siente con la gente. La idea es alentar a los que quieran sumarse a venderla. No es fácil para personas que estuvieron muchos años internadas volver a trabajar, contactarse y acercarse a otros.

Roberto Rodríguez, de Hecho en Buenos Aires, vende la revista en el Hospital.

RECUADRO 1:

DERECHOS HUMANOS PARA LA SALUD MENTAL

La Ley 26.657, conocida como Ley de Salud Mental en Argentina, asegura el derecho a la protección de la salud mental de todas las personas, y los derechos humanos de aquellas con padecimiento mental. Promulgada en 2010 y reglamentada en 2013, su eje es que las personas con padecimiento mental deben ser tratadas en hospitales generales y que las internaciones deben ser breves y notificadas al juez. Impulsada por el Ministerio de Salud, el Inadi, la Secretaría de Derechos Humanos y la Defensoría General de la Nación, es considerada por el CELS un avance clave para la sustitución del manicomio por tratamientos dignos y para el reconocimiento de estas personas como sujetos de derecho: reconoce su autonomía y capacidad para decidir, desalienta internaciones indefinidas y prohíbe la creación de nuevas instituciones con características de asilo. Promueve el trabajo interdisciplinario y establece que el diez por ciento del presupuesto de la cartera debe ser destinado a la salud mental.

RECUADRO 2:

QUIÉNES SOSTIENEN EL HOSPITAL DE DÍA

Las psicólogas: Ana, Beatríz, Lorena y Andrés; Virginia, nuestra trabajadora social. Lxs médicxs: Inés, Anabela, Diego, Milagros y Mariana. Las residentes: Clara, Mercedes y Cintia. El equipo de enfermería: Alejandra, Eduardo, Nelly, Claudia, Nancy, Andrea, Adriana, Natalia y Verónica; y Nancy, la secretaria del Servicio. Lxs profes de los talleres: Gustavo (música), Marina (plástica) y Gabriela (dramaturgia). No fueron los únicos, pero sí los que más tiempo estuvieron.

Equipo interdisciplinario del Hospital.

Las “seños” Marcela y Valerie sostienen diariamente la Escuela de Adultos 702, base del Hospital de Día. Y también es muy importante el apoyo desde la dirección del Hospital, la cooperadora, los muchachos de mantenimiento y las chicas de cocina.

Cortesía de Hecho en Bs. As. / INSP.ngo

Adaptado para su publicación en México por el equipo editorial de Mi Valedor.

Fotografías de Andrés Cartelli.

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Pablo Sáez

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