A los nueve años perdió a su padre y, años más tarde, luego de una larga enfermedad, también a su
madre. Vivió en la calle, su pareja estuvo presa, y una de sus hijas sufrió un tumor por el que estuvo
en riesgo su vida. Luchadora incansable, terminó sus estudios secundarios pisando los 30. Hoy se
siente bendecida y agradecida, y quiere, a través de su historia, darle aliento a la gente de la calle,
decirles que todo es posible “si uno cree y tiene fe”.
Noelia nació en Guernica, Partido de San Vicente, Argentina, en abril de 1985. Aunque su DNI
certifique que tiene 36, ella dice que tiene 37. Aduce que no es por ansiosa ni acelerada, sino porque
mira hacia adelante. Hace 22 años que está con Ricardo, con quien tiene cuatro hijos y un nieto.
“Tenés muchas luchas siendo mamá y, al no tener el apoyo de una madre, es difícil”, relata Noelia,
quien perdió a su madre de cáncer cuando era una adolescente: “Eso no lo superás pero, a través de
la familia, salís adelante”.
Hacia comienzos del año 2000 y finales de 2001, Argentina afrontaba una de las crisis más profundas
de toda su historia, producto de más de diez años de políticas neoliberales de ajuste estructural.
Durante aquella época, que coincidió con los últimos años de la enfermedad de su madre, Noelia se
vio arrastrada a una situación de calle junto a su pareja y su primera hija. “Ya lo superé, pero
sabemos lo que significa la calle. Era muy joven, fue tremendo. Encima con mi hija, que tenía un
año”, entre lágrimas recuerda aquellos dos años duros de su vida.
“Hace unos días atrás —trae a la memoria Noelia— casualmente le contábamos a mis hijas sobre el
club del trueque”. En aquel tiempo vivía en Flores y rememora que en días de De la Rúa le daban
unos patacones verdes que cambiaba por ropa y comida. “La pasamos mal, sobrevivíamos”,
completa.
Si bien el contexto económico y social influyó, Noelia reconoce haber cometido errores en aquel
entonces. Pero apoyada en Dios que, según cuenta, nunca le suelta la mano, “todo vuelve en la
vida”. Siente que “si hacés las cosas bien, te va bien, y si las hacés mal, te va mal”, como cuando una
de sus hijas sufrió un tumor y estuvo a punto de morir. “A pesar de mis errores, que pude
superarlos, Dios me sanó a mi hija”.
Años después, luego de vender de todo por las calles, Noelia conoció la revista callejera Hecho en
Buenos Aires (HBA) y no se fue más. “Gracias a Dios la revista me abrió las puertas”, agradece, y
reconoce que la revista “es un trabajo”. Desde hace 14 años, por temporadas, sobre todo cuando
cae el trabajo en la construcción y su pareja se queda sin “changas”, Noelia sale a vender con “la
mejor onda” porque dice que, si vende con mala onda, no vende nada.
Luchadora incansable, Noelia no se quedó con los brazos cruzados y terminó sus estudios
secundarios con el Programa Ellas Hacen, iniciativa del Estado Argentino en 2013, que estaba
enmarcado en el plan “Argentina Trabaja”, y que incluyó a mujeres en estado de vulnerabilidad.
Noelia fue una de las 100,000 mujeres de todo el país que formaron parte de cooperativas y
trabajaron para mejorar sus barrios, capacitarse y terminar sus estudios.
“La idea es progresar”, describe Noelia, “no solo para uno mismo, sino poder usar el estudio para
hacer algo más adelante. Te ayuda mucho porque si nosotros no estamos bien, no podemos dar
nada al otro”.
Noelia hoy está feliz. Se siente bendecida y agradecida porque considera que todo esto que está
viviendo es un éxito. “Me siento orgullosa de quien soy. Me mentalicé en estar bien conmigo misma,
proponerme algo y hacerlo”, se halaga a sí misma y considera que es una buena mamá porque ve el
respeto de sus hijos.
Quienes eligen ser padres, aducen que es lo mejor que les sucede en su vida. Pero cuando se
transforman en abuelos, explican que es incomparable. “No tiene precio”, coincide Noelia y agrega:
“Es una locura tener nietos. Es la alegría de la casa. Se te olvida todo”.
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Soy Concha León Portilla y tengo 66 años cumplidos. Desde hace ocho años dirijo, escribo y conduzco Enlace50, un programa de radio dedicado al tercer acto de la vida, a la tercera edad, a la vejez, o como cada quien prefiera llamarlo. La escritora Marianne Williamson le dice: “la edad de los milagros”. Yo creo […]
Nací lejos de donde vivo. A mis 35 años he regresado a vivir a Ciudad de México, aquel lugar que me recibió hace ocho años cuando, enamorado, salí de mi Lima gris y caótica. Curiosamente, es Lima la que me acoge escribiendo estas líneas que no son para mí, sino para los que me criaron […]