La generación nacida entre 1940 y 1955 se conoce como baby boomers, una explosión demográfica después de la posguerra, donde la abundancia económica, la automatización y la movilidad social producida por los sistemas escolares alcanza un nivel de comodidades para la clase media en Estados Unidos y Latinoamérica.
La juventud de 15 a 25 años se siente en conflicto con las generaciones anteriores. Surge entonces el movimiento hippie, hippy o jipi, considerado contracultural, libertario y pacifista.Deriva de las palabras hip, hipster o hippie: es alguien que conoce o es consciente de ello. En idioma wólof, jipi significa abrir los ojos. Hip es alguien en contacto con la verdad espiritual, alguien que está en onda.
Los hippies son la antítesis de cualquier progresión dirigida. Han caído fuera de la sociedad sin pretender renovarla, no la han destruido para reemplazarla por otra cosa. No son cien o mil, la generation flower power son millones. La otra cara de los hippies es el hedonista, vicioso, sucio, indecente, perezoso, conformista, sin utopías.
A partir de 1966 los hippies norteamericanos llegaron a Huautla, Real de Catorce, Vallarta, los Cabos, Tepoztlán, Acapulco, Puerto Escondido, Zipolite, Oaxaca, San Miguel de Allende y la Ciudad de México. Usaban el cabello largo, desaliño al vestir, se ponían brazaletes y collares y buscaban la comunión con la naturaleza.
Enrique Marroquín, autor de La Contracultura como Protesta, señaló que los hippies mexicanos debían llamarse “jipitecas” (jipis aztecas). Los hippies mexicanos se identificaron con los indios, revalorando la cultura milenaria indígena. Los jipitecas eran perfectamente conscientes de su rechazo al sistema y la cultura dominante. No eran apolíticos, más bien rechazaban la violencia, “haz el amor y no la guerra”. Se buscaba el cambio de la sociedad a través de la expansión de la conciencia y la ampliación de la percepción.
Las jipitecas usaban minúsculas minifaldas o faldones indios o hindúes, no usaban brasier, ni se maquillaban. Los hombres usaban pantalones acampanados, chalecos de piel sobre el torso desnudo o camisas de manta. Andaban descalzos o con huaraches.
Tenían un lenguaje propio, combinación de argot carcelario, anglicismos y expresiones populares: jipi, jai (high), díler, chido, agarrar la onda, ser buena o mala onda, el patín, las vibras, pacheco, azotarse, alivianarse, friquearse, prenderse. A esta suma de caló y groserías se le denominó el lenguaje de la onda.
La vida en México era demasiado formal, paternalista, autoritaria, prejuiciosa e hipócrita. Ante esta realidad, los jipitecas buscaron un reencuentro con Dios sin iglesias, religiosidad mística-esotérica, cristiana y orientalista, astrología, meditación, yoga, retorno a la naturaleza, amor libre, universidades libres, consumo de drogas (mariguana, peyote, hongos), comunas, vegetarianismo y música rock.
Dos líneas caracterizaron a los movimientos sociales derivados del rock: la protesta política y la búsqueda interior. En el rock se retoma la poesía como crítica y la crítica como grito. El rock consiste en una crítica radical a la racionalidad occidental. Para José Agustín: “había que hacer ver que el rock era una forma artística, un puente maravilloso entre la alta cultura y la cultura popular, que no representaba una moda pasajera”. Según Peter Wicke: “el rock es la cultura musical del siglo XX, el sonido produce la imaginación y genera una actitud de inconformidad social.”
El rock de los sesenta surgió de la fusión del rock’n’roll, folk, blues, rhythm & blues. Alcanzando la cúspide con la psicodelia 66/69. En México surgió la onda chicana, que por su cercanía a USA cantaban en inglés. En Tijuana, destacaron Javier Bátiz, Love Army, Peace and Love, El Ritual; de Guadalajara, Spiders, la Revolución de Emiliano Zapata, Bandido; de Durango, Dug Dug’s, El Epílogo y de la Ciudad de México, Enigma, Tinta Blanca, la Máquina del Sonido, Tequila, Cosa Nostra y Three Souls in My Mind (El Tri).
Para los jipitecas predominaba lo oído sobre lo leído. Además de la música, sus influencias fueron Hesse, Castaneda, Tolkien, Huxley, Jung, Suzuki, Burroughs, Kerouac y los escritores de la onda, Parménides García Saldaña y José Agustín.
En 1963 Dylan cantaba: “Cuántos años puede vivir alguien antes de que se le permita ser libre?” y en 1970 Morrison confirmó: “La música es tu única amiga, hasta el final”. Las estaciones de radio en AM que tocaban música juvenil en inglés eran: La Pantera, Radio Juventud, Radio Exitos, Radio Capital y Radio 620. En su canción Caminata cerebral, Love Army cantaba: “Oye Cristo, no regreses, no te vayan a rapar; en la Era del Acuario nadie te entenderá”. Love Army, en Seguir al Sol expresa: “Mi Madre Naturaleza pide auxilio y no lo ven, tengo que seguir al Sol”.
Tomando como ejemplo los festivales hippies Monterey Pop y Woodstock, el 11 y 12 de septiembre de 1971 se realiza el Primer Festival de Rock y Ruedas en México, Música y Velocidad con la participación de 11 bandas, que cantaron en español: Dug Dug’s, Epílogo, División del Norte, Tequila, Peace and Love, El Ritual, Bandido, Los Yaki, Tinta Blanca, El Amor y Three Souls in My Mind. No hubo heridos, cerca de 200 mil asistentes estuvieron en paz y amor, bajo el principio de “préndete, sintonízate y libérate”. El himno de Avándaro lo cantó Tinta Blanca: “Hemos esperado esta ocasión, siente la energía a tu alrededor, ¡Aváaandaroo!”.
Avándaro arrojó un saldo trágico: la ruptura de la sociedad mexicana con sus jóvenes. Las bandas se desintegraron o se fueron a USA, pues se cerraron los espacios. El rock le fue arrancado a las clases medias, fue llevado a los barrios marginales en los hoyos funkies. La revista Piedra Rodante fue cerrada en 1972, tocaba temas de sexualidad, drogas, feminismo, anticonceptivos, ecología y música, utilizando el léxico de la juventud.
Dos décadas de censura y marginación sufrió el rock mexicano. Los jipitecas se enfrentaron con el machismo y la xenofobia de la sociedad conservadora mexicana.
Además, el partido único de Estado evitó las reuniones masivas de jóvenes, teniendo en la memoria el 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio de 1971. Larga vida al rock cantaron The Who en los setenta. En Tepoztlán, Morelos sobrevive la comuna Huehuecoyotl. La herencia jipiteca está presente en 2023. Tlazkamati
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