Las cosas en la ciudad han cambiado drásticamente; basta con recorrerla para darse cuenta. Sin embargo, entre quesosas rebanadas, seguimos y seguiremos compartiendo historias, deseando que duren un poquito más…
No es una historia cursi o culinaria, es más bien sobre la cita que terminó dándome una reflexión sobre la vida.
A casi dos años de haber renunciado a mi trabajo y de nadar en el mar del desempleo desde marzo 2020, regresé a mi antiguo puesto en un hostal del centro histórico. En la primera semana fue fácil darse cuenta de lo que había cambiado el último año, ahora me parece extraño ver los locales cerrados apenas dan las seis de la tarde o ya no poder recomendar mis tacos favoritos porque sé que están cerrados.
El verdadero problema es que no tenía mucha idea de lo que podía recomendar para hacer, o dónde comer, no sólo en mi adorado centro histórico, también en zonas más acá y acá que, de vez en cuando, las siento como mis némesis: la Roma y la Condesa.
Para mi (des)afortunado caso recordé que conocía a un agradable sujeto que, tiempo atrás había sido vecino y habitante de estas zonas coquetas, así que me puse trucha y lo invité a que fuéramos a caminar, que me mostrara lo esencial, o bueno, lo menos básico, y así no verme tan chata en el trabajo ni que se notara que nada más había utilizado un navegador de la interne’.
Como agradecimiento a su buena obra del día fuimos a comer a LULO PIZZA & HOMEBREW (Monterrey 248, Roma Sur. Justo al lado de un DHL y frente al Mercado Medellín). Soy de esas personas que creen que el amor también entra por el estómago, así que fue plan con maña.
En lo que le dimos matarile a la picsa me contó una gran historia con la que no me quedó duda: yo quería saber sobre su vida a lo mejor un poquito más. A grandes rasgos, la historia no fue del todo romántica, pero tuvo sus momentos, sin descartar por supuesto la parte en la que aparece algún personaje herido.
Al final de la historia, de la comida y dos cervezas, dudé si volveríamos a salir para contarnos cualquier cosa que llegara a durar ocho deliciosas y quesosas rebanadas. Mientras, me queda esperar la próxima quincena y que, con suerte, el tiempo que pasamos el muchacho y yo, sí dure más que una pizza.
En cuanto a LULO PIZZA & HOMEBREW, se las recomiendo.
Fan #1 del Sistema de Transporte Colectivo. Princesa de Nezahualcóyotl. Guía de turistas certificada por SECTUR y avalada por su sagrada clientela. Entusiasta del @Encanto Chilango y anfitriona en @CasaPepe.
Una reflexión sobre el arte de las quesadillas (y, de paso, otros antojitos). Con queso, sin queso, con distintos tipos de masas y de salsas, con infinidad de guisados… a todos nos han marcado.
Shelsy Ceballos dedica unas líneas a la CDMX dejando un trozo de su alma en ellas: teje un peculiar homenaje a esta capital que, así como enamora, mata poco a poco.
Dicen que todas las historias de amor tienen lo suyo, para bien o para mal. Por eso Alexis Patiño nos trae un cuento que, si bien desde el inicio sabemos que acabará mal, nos deja un saborcito bien especial.