Craquelar es producir una fina grieta, hacer una ruptura sutil que cambia la apariencia de una superficie. Es un gesto que trastoca.
Esta es la intención de la curaduría de la XIX Bienal de Fotografía que se presenta en el Centro de la Imagen. Con 25 obras seleccionadas, el discurso curatorial a cargo de la gestora cultural, escritora y curadora Lorena Peña Brito propone ser una ruptura al sesgo en la exhibición fotográfica y ser una aproximación contemporánea a la producción de imágenes en México.
Con tres lecturas paralelas que pretender romper la lectura tradicional de la Bienal (La veladura y el fantasma, Redes. Nudos y Territorialidades convulsas), las obras abordan distintos puntos de un espectro social convulso y proponen reflexionar sobre aspectos tan complejos y variados como las luchas por los derechos, las disidencias, la intimidad, el mestizaje, la pandemia o la memoria. A la par de que invita a pensar en los cruces de la fotografía como un acto que es atravesado por tecnologías que han modificado, desde hace muchos años, la forma en que se produce una imagen.
Desde la idea del ocultamiento y el error que hace desaparecer una imagen al ser velada, se plantea un velo simbólico que apenas nos permite ver el discurso. Con obras liminales entre lo fotográfico y lo escultórico y lo arquitectónico, se abre un diálogo sobre los filtros digitales y simbólicos que modifican una imagen y nuestro acercamiento a ella.
Alma Camelia. La cuota, 2020. Un registro de cortinas comerciales de locales familiares en Tecámac que cerraron por extorsión o desentusiasmo. Fotografías con un tratamiento de filtros de Instagram que las convierten en vestigios fantasmales.
Roberto Tondopó. De la instalación En el nombre glorioso de San Sebastián Perizonium del cuerpo de dolor, 2021. Parte de una documentación sobre los Chuntá, hombres que vestidos de mujer bailan a San Sebastián durante la celebración de enero, en Chiapas.
Rogelio Séptimo. Umbrales, 2020.
Pavka Segura. Ciudad Pangolín (Lanzamientos y vistas) I, 2020. El autor interviene el espacio que habita con ejercicios escultóricos a partir de materiales perecederos, un proyecto que originalmente se desarrollaría en espacios públicos pero que modificó su salida a raíz de la pandemia.
La fotografía es un acto solitario. ¿Cómo la imagen puede ser un vehículo para hablar de lo colectivo, en un contexto que ha planteado, más que nunca, la necesidad de crear lazos desde los afectos para poder seguir caminando juntxs? Redes. Nudos acoge el trabajo de autores que colaboran con comunidades desde la escucha activa o que comparten su autoría para escuchar lo que lx otrx o lo que sus propias historias de vida tienen por decir.
Alex Cabrera. Pensando en ti (Pensando en él), 2020. Secuencia de autorretratos del autor llorando, en referencia a su padre, confrontando los códigos de un país machista en el que “los hombres no lloran”.
Sandra Hordoñez. Caminos sublevados, 2021. Documentación que la autora ha hecho a lo largo de cinco años alrededor de las protestas feministas.
Saraí Ojeda. Lo que oculta el silencio (2020). Políptico de la documentación que hizo la autora al lado de mujeres de la sierra de Zongolica y la Sierra Negra de Puebla donde le fueron compartidas diferentes historias de violencia que enfrentan las comunidades.
Diego Moreno. Serie malignas influencias, 2020-. Intervención que el artista ha hecho a imágenes de su archivo familiar a partir de su fascinación con lo anómalo y lo monstruoso.
Luis Enrique Pérez. La riqueza de mi sangre, 2021. A partir de su historia personal y familiar, Luis Enrique reflexiona sobre el racismo y el sincretismo cultural.
“Territorialidades convulsas hace referencia a un tiempo en el que las nociones de futuro, certeza, privilegio, territorio y país se convulsionan”. ¿Qué es el territorio y cómo lo habitamos? ¿Quiénes tienen derecho a desplazarse? ¿Cómo es el trayecto desde el encierro, desde el confinamiento?
Luis Antonio Rojas. Notas de voz desde Tijuana, 2019. Documentación que hizo sobre la caravana migrante en Tapachula y Tijuana, en donde compartió su celular para que lxs integrantes pudieran hacer llamadas o enviar mensajes de voz. La pieza se complementa con los audios de lxs migrantes, compartidos con su consentimiento.
Emiliano Aivar. La gran vía, 2020. Fotos con cámara de gran formato que registran la vida en una de las avenidas principales de la ciudad: Tlalpan.
Onnis Luque. Undercover, 2021. Un ensayo sobre la incertidumbre asociada a la corrupción en el mercado inmobiliario.
Ernesto Ramírez. 301- Vivir AQUÍ, 2020. Proyección de 31 fotografías que el Ernesto tomó desde una de las ventanas de su casa durante el encierro por la pandemia de COVID-19.
En la muestra de la XIX Bienal de Fotografía participan:
Esta Bienal busca abrir un diálogo sobre la forma en que se produce la imagen, lo social que la atraviesa y los canales a través de los cuales se difunde. Esta Bienal busca ser una pregunta.
La XIX Bienal de Fotografía estará en el Centro de la Imagen hasta el 27 de marzo de 2022.