Inaugurada el 6 de noviembre de 2021 y finalizada el pasado 8 de enero de 2022, La invención de la periferia abordó la vida desde la óptica de artistas oriundas de la zona conurbada de la Ciudad de México; 12 mujeres, en su mayoría mexiquenses, comentan lo que es vivir y transitar –como artistas y como mujeres– la periferia de la ciudad.
Curada por Marejada Indisciplina, proyecto independiente que busca la visibilización de prácticas artísticas de mujeres, La invención de la periferia presenta, desde los ojos de jóvenes artistas, la cotidianidad y las reflexiones resultantes de una vida tan cerca pero tan lejos de la Ciudad de México.
Montada en Galería Unión, un espacio a un costado del Mercado de La Lagunilla, Marejada Indisciplina ejemplifica con La invención de la periferia modalidades alternas que permitan el acceso a la cultura y las artes en zonas alejadas de los cánones que rigen al mundo del arte.
Colindante con la capital mexicana, el Estado de México dibuja panoramas diametralmente distintos a los que se perciben en el epicentro político y social del país. Municipios mexiquenses como Ecatepec, Nezahualcóyotl, Texcoco y Coacalco; si bien no se encuentran a más de una hora de distancia del centro de la Ciudad de México, cuentan con pocos espacios culturales y evidencian las cicatrices de la inseguridad y precariedad que azota a nuestro país.
De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el Estado de México se encuentra como la entidad con más presuntos delitos de feminicidio cometidos de enero a noviembre de 2021,130 en total.
Las artistas que formaron parte de esta exposición no son ajenas a lo que hay detrás de estas cifras. Utilizando el arte como vehículo expresivo, dan cuenta de las problemáticas presentes en su vivir como mujeres de la periferia.
A continuación, comentamos las obras de las 12 artistas que participaron en La invención de la periferia.
Yesica expone dos dibujos en tinta negra y papel. El primero de estos nos muestra lo que pareciera una cuadrícula formada por viviendas, bien podría ser un fotograma de cualquiera de los cerros del Valle de México que han sido alcanzados por la mancha urbana.
El segundo es la vista casi cenital de un tianguis, el cual es reconocible por la heterogénea red de lonas y carpas que atajan el sol de cada uno de los puestos, al fondo se lee “Centro comunitario” en un espectacular, recordando al espectador que el tianguis, el mercado, sea este ambulante o fijo, es un centro de comunión, es el núcleo de las relaciones existentes en los barrios y que más allá de ser un centro de compra-venta, es un sitio donde se comparten vivencias y se forjan las cotidianidades.
También con la mirada en los aglutinados cerros, en uno de sus bordados reza lo siguiente “Cerros debajo de casas/arriba de casas…”. Un segundo trabajo de Corona contiene las siguientes palabras: “Enraizar. Moverse. En-tierra.”, sintetizando así la vida de la artista en la periferia.
Gabriela recrea una barda que encontró en la alcaldía Milpa Alta, en la Ciudad de México; “No al nopal chino” se sentencia en letras negras, junto a la caricatura de un anciano chino, con la tez amarilla y una barba poco abundante. La expresión popular dice “más mexicano que el nopal”, ¿no?, pues desde hace algunos años se ha vuelto cada vez más común escuchar que esta cactácea, fundamental en la alimentación del mexicano, ya se cultiva en China y se da muy bien, tan es así que existe la creencia de que lo que consumimos dista mucho de ser un nopal nacional, dejando ver ciertos toques de xenofobia y una sensación de ultraje.
Las reflexiones de Sandoval también se concentran en fotografías de mecates, lonas y armellas que van al suelo, elementos de tensión que conforman el esqueleto de un tianguis de Nezahualcóyotl. Estas estructuras, efímeras, móviles, nacen y mueren en el mismo día, pero volverán a erguirse nuevamente la semana entrante.
Eguiluz retoma pinturas de paisaje romántico, imaginando así un pasado que no existe en la cronología del municipio mexiquense del que ella procede.
En retrospectiva, con casi 2 siglos de diferencia, El Vigilante de Ecatepec reposa en el mismo sitio y lo hace frente a un paisaje muy distinto al gris urbano que le rodea en la actualidad: El Vigilante se postra a la orilla de un lago en un pequeño muelle; tres mujeres le observan erguirse junto a un molino de viento en un día nublado.
Enmarcado, vemos un paisaje con aires románticos, totalmente ficticio, como si se buscara un origen más idílico y menos sinuoso para uno de los lugares en donde la muerte acecha constantemente a sus mujeres.
En una de sus obras, la artista igualmente retoma la figura de El Vigilante. En el dibujo, se para detrás del hombre alado para contemplar lo que este avista: Un vasto paisaje en el que predominan espectaculares y azoteas. No hay otros monumentos, ni edificios llenos de magnificencia.
Otro dibujo enmarca a la Bailarina sentada en un ambiente muy distinto al de su pasada exhibición en el Museo Jumex, durante el 2019. La obra de Koons se entremezcla con el paisaje urbano, un puesto de tortas sugiriendo así un escenario en el que la calle pueda coexistir con la expresión artística, donde se rompen las barreras de la galería tradicional.
Los Museos Soumaya y Jumex han salido de Polanco; las vías del ferrocarril, basura en un suelo de terracería y un cerro ahogado en viviendas enmarcan la nueva sede del Museo Soumaya; por otro lado, el Museo Jumex reside junto casas de una planta en una colonia de la zona que colinda con la Ciudad de México.
La reflexión sugiere la posibilidad de descentralizar espacios culturales y artísticos para llevarlos a sitios donde es poca, o casi nula, la llamada “oferta cultural”.
A simple vista parece disonante la conjunción de estas extravagantes estructuras con el paisaje de la periferia, aunque probablemente habrá quienes también piensen lo mismo de los habitantes de la zona conurbada cuando asisten a estas instituciones, llenas de estigmas y prejuicios clasistas.
Rivero dibuja una barda de la Avenida 608, detrás la Línea B del Metro; la barda tiene la frase “Somos la voz de las que ya no están”.
Cada vez es más común ver estas pintas a manera de protesta por la violencia e inseguridad de la que son víctimas las mujeres en México. Vemos pintas cuya permanencia es fugaz en comparación con una crisis que parece no estar cerca de su fin.
Poco tiempo después, la barda que inmortalizó Carla había vuelto a la normalidad.
En 1986, el Estadio Universidad Tecnológica de Nezahualcóyotl fue sede de los juegos Escocia-Dinamarca, Dinamarca-Uruguay, y, Uruguay-Escocia, en el mundial de fútbol del año mencionado. Conocido como Estadio Neza 86, el recinto lleva años en espera de una remodelación; entre la gente se dice que si hoy, durante un encuentro futbolístico, se hiciera una ola, el estadio podría caerse a pedazos.
En la obra de Pamela, hay 3 cuadros con miles de personas realizando tan popular ovación. La artista sugiere que la colectividad puede destruir estructuras tan rígidas como el concreto y el acero, estructuras que parecen inalterables.
Buscando sortear los obstáculos que representan el ser una artista mujer residente de la periferia, Pamela, como muchas otras más, encuentra otro mecanismo de subsistencia en la venta de ropa y artículos por medio de redes sociales. Ella es neni, como se les conoce desde hace no más de un par de años.
La artista retoma la estética característica que las nenis emplean en las fotografías de los productos que ofrecen.
Como si no fuera suficiente la pandemia por COVID-19 en las que llevamos ya más de 2 años, las mujeres habitantes de Ecatepec como Nahomi, no consideran al virus como el constante predador que pudiese ultimar sus vidas.
Siendo consciente de esto la artista conforma un diario corporal fundamentado en la pregunta: ¿Qué pasaría si dejo de existir? Chicles, uñas, aretes perdidos y cabellos que caen son el testimonio de su paso por el mundo físico; si Nahomi ya no existiera, estos vestigios serían entregados a su madre.
Sobre placas de plástico, Ana Karen ilumina la silueta de las plantas y arbustos que crecen de manera accidentada en las esquinas de la calle.
Esquinas que permanecen iluminadas, que dan vida. Estos sitios son objeto de reflexión para la artista al saber que, como mujer, el transitar por la calle en México puede significar una cantidad infinita de peligros; estos espacios, la mayoría del tiempo iluminados, se retratan como locaciones que salvaguardan la vida.
Las fotografías nos muestran a María del Rosario Gutiérrez, Charito es como le llaman. Con 42 años, 3 hijos y 2 nietas, Charito maneja una combi. “Nos ha costado, pero hemos salido adelante”, menciona ella, quien es madre soltera desde hace 15 años.
En las fotos, Charito está al volante de una unidad con el tablero color de rosa, el volante y su cubrebocas tienen el rostro de Hello Kitty.
Sofía nos muestra cómo Charito ha logrado apropiarse de un espacio que tradicionalmente se asocia con los hombres,
“¿Qué pesa más?”, nos pregunta Larissa al tener frente a nosotros, enmarcados, un mechón de cabello y un bulto de cabello.
Un kilo de algodón pesa lo mismo que uno de plomo, de cierta manera, pero la cantidad de plomo es menor que la del algodón. El mechón de cabello y el bulto de cabello, como explica Larissa, cuentan con una procedencia distinta: El bulto de cabellos es el resultado de su recolección durante todo un año, mientras que el mechón ha sido arrancado en un acto violento.
Pesan más el dolor y las consecuencias de un acto cometido con violencia, sin embargo, debiese ser mayor el peso de la decisión y la autonomía con la que la autora ha recolectado cada cabello en pleno uso de su libertad.
Teto profesional, ambivalente entre Héctor Lavoe, Bob Dylan y Taylor Swift. Absoluto detractor del Borrego Viudo.
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