Los amantes del futbol saben que hay ciertas supersticiones. Sin embargo, hay ritos que se vuelven tradición, y es el caso que hoy presentamos con Ludmila, una mujer que tiene el don de predecir quién ganará en el partido 10 de la temporada.
Ludmila tiene claro, como nadie, el torneo llanero anual. Ella es la encargada, jornada tras jornada, de registrar todo cuanto pasa en el campo, aun cuando no haga ninguna anotación, no sea el árbitro y, mucho menos, forme parte del Comité de Pambol “Sonido Local A.C.”, encargados de recaudar los fondos necesarios para las cuotas diversas que hay que cubrir. Ella, sin embargo, tiene la asignación, personal también, de grabar la Copa del equipo ganador. Sí, la Copa, esa que saben, propios y extraños, que “se mira. Se mira y no se toca”. O te cae la maldición. Salvo si la toca Ludmila. Ella siente y presiente qué nombre grabará al finalizar el cotejo número veintiuno. Lo sabe desde la semana diez. Nunca antes. Diez jornadas es todo lo que necesita. No tres, no cinco, no siete. Y mucho menos doce. En el llano, en las canchas de arcilla, de tierra, de lodo, uno se juega, entre cábala y cábala, el sueldo, el prestigio o la hidratación del tercer tiempo. Espíritu y corazón. Esperanza. No es, sin embargo, un asunto espiritual, aunque sí de tradición, atestiguar el momento en que Ludmila graba la Copa. Ahí, entre incrédulos, cada jornada diez, una cita que, en realidad, no planea con nadie. Ella graba, con su pincel, el nombre del ganador del Torneo Llanero Sonido Local.
¿Puede realmente predecirse el futbol? ¿Puede el deseo marcar el destino? ¿Es acaso el hambre de gol, el anhelo de triunfo, una acción predeterminada o incluso manipulada por el pincel de Ludmila? Hasta ahora, 15 años después de su primer Copa grabada y, por ende, 30 torneos, el misterio ha sido resuelto. Contra Ludmila, nadie; con ella todo: el salitre, la bendición, la premonición, el gol ganador, el campeonato. La Reina del Llano. Ludmila sonidera, Ludmila sabia. Ludmila ojete, Ludmila bruja. Ludmila pambolera. Ludmila estadista. No la aman. No la odian. La respetan. Respetan su sabiduría, un tanto por cábala, un tanto por genio. Siente y vibra como nadie en las canchas. Su pasión es ver rodar un balón. Sin importar quién juegue. Sin favoritos. Jugar por jugar. Gozar en la pasión ajena que es la propia.
Hoy ha finalizado la jornada diez. Se levanta de las gradas y, lejos del campo, algunos curiosos fingen que fingen que no ven. Y algo ven pero no observan. Atrás de ella, otra mujer, apenas crédula, ha descubierto que, en 11 semanas, vivirá, premonición mediante, una de las tardes más felices de su vida. Grabado por Ludmila está.
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Haz un donativo aquíPeriodista chilanga aficionada al balompié; es autora del libro Poeta que no entiende de futbol.
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