Carlos Icaza nos invita a recordar a aquellos que también estuvieron presentes en las luchas y protestas de los años 60, no solo marchando, sino componiendo canciones y creando música que hablara del dolor, del cambio y de los sueños del pueblo.
En México nunca nos ha faltado pretexto para protestar. Las profundas desigualdades que década tras década seguimos padeciendo han sido determinantes para que generaciones de músicos hayan enfocado sus baterías en denunciar los incontables abusos del poder y de los poderosos.
En los años 60, las constantes represiones a maestros, médicos, obreros y estudiantes fueron documentadas en las voces y versos de muchos cantautores. Algunos llegaron a ser famosos y populares, como Óscar Chávez o Amparo Ochoa. Muchos otros son menos conocidos, como José De Molina, Judith Reyes, León Chávez Teixeiro o Margarita Bauche.
Estos músicos no solo se dedicaron a componer música y a cantar en mítines, manifestaciones y protestas callejeras legítimas, sino que también militaron en movimientos como los de 1968 y 1971.
Tropicaza es aficionado a la música perdida y a compartirla. Junto a Basuritas Discos realiza los cds Valemixes. Consíguelos con tu valedor.
“El pueblo tiene el gobierno que se merece…” Es una frase que escuchamos mucho, pero ¿será así? ¿Cómo es esto de los partidos realmente? ¿De verdad están tan definidos como dicen o solo nos dan atole con el dedo?
¿Has oído que “unidos hacemos más”? Nosotros creemos en ello, y por eso nos hemos unido a esta red que nos permitirá sumar fuerzas con personas de todo el mundo para ayudar a más personas en situación de calle, ¿te nos unes?
En este breve texto dedicado al Covid-19 (o al pretexto de este), Andrés, cómplice de Mi Valedor desde el inicio, nos invita a hacer una pausa y reflexionar sobre la empatía.
La más reciente exposición del artista Néstor Jiménez en la galería PROYECTOSMONCLOVA, titulada La importancia de ser autosuficiente, parte de una reflexión sobre las implicaciones ideológicas de la arquitectura moderna en México.
No todo final es necesariamente trágico. Y a veces la transformación inicia con un cambio de nombre, o con la posibilidad de ello. Así lo descubrimos en esta breve reflexión nacida en un vagón anaranjado.
A veces las cosas no salen como las habíamos planeado, y eso es lo que Carmen Monroy nos recuerda con este cuento, cuyos giros inesperados mantendrán tu atención hasta el final.