Cuando las catástrofes se presentan y golpean a un pueblo, ciudad o nación, es cuando mejor podemos hacer un alto para redefinirnos, renovarnos, solidarizarnos y cambiar en comunidad. Aquí dos ejemplos de los E.U.A.
Poquito después del temblor del 19 septiembre de 2017, leí estas palabras de Rebecca Solnit sobre el temblor de San Francisco el 18 abril de 1906:
“El presidente de sesión, Brigadier General Frederick Funston, supuso que el público iba a caer en caos inmediato, y creyó que su tarea sería restaurar el orden. En los primeros días después del desastre, la verdad era más o menos lo opuesto, mientras el Ejército y la Guardia Nacional impidieron al público extinguir los incendios y recoger sus pertenencias, dispararon a la gente por saqueadores (incluyendo rescatistas y espectadores), y en general consideró al público como el enemigo.
Así como con muchos otros desastres, una calamidad que vino desde fuera se magnificó por los miedos de los elites y las fallas institucionales de adentro. Aún así, los san franciscanos se organizaron extraordinariamente, extinguieron incendios cuando podían, crearon una multitud de cocinas comunitarias, ayudaron a reconectar familias separadas, y empezaron a reconstruir.
Todos los años festejamos el aniversario del temblor en Lotta’s Fountain, la cual, como Union Square después de 9/11, se volvió un punto de reencuentro para los san franciscanos en el Centro Histórico mayormente en ruinas. Ese encuentro reúne cientos de personas antes de la madrugada para cantar la canción estúpida ‘San Francisco’, recibir silbatos gratuitos de la Cruz Roja, y rendir tributo al menguando grupo de sobrevivientes.
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Hoy día, San Francisco usa el aniversario para dar el mensaje que debemos estar preparados para el siguiente desastre –no la versión emitida por el Departamento de Seguridad Interior en los años después de 9/11 con la noción que la preparación consiste en el miedo, la cinta adhesiva, la deferencia, y más miedo– sino cosas prácticas acerca de suministros y estrategias. Mi ciudad capacita a cualquiera que quiera ser un miembro de NERT –su significado, algo ñoño, [por sus siglas en inglés] es Equipo Comunitario de Respuesta ante Emergencia. Alrededor de 17,000 de nosotros tenemos los gafetes y los cascos que nos hacen miembros de NERT (yo incluida).
Cada ciudad que ha tenido, o tendrá un desastre, debe tener tal carnaval de remembranza y preparación. En primer lugar, conmemora todas las maneras en que los ciudadanos no se rindieron y no son indefensos; en segundo, nos recuerda que, en desastre, estamos en nuestro mejor momento –aunque sea brevemente– en esas horas y días muchos tienen su mayor prueba de comunidad, determinación y poder. (Razón suficiente para dar escalofríos a muchos de los que están en supuestas posiciones de poder.) Para el cuarto aniversario del huracán Katrina, la gente de New Orleans fue invitada a tocar campanas, colocar ofrendas florales, rezar, rodear el Superdome –ese refugio miserable de último recurso para aquellos varados en el huracán e inundación– y por supuesto, escuchar música y bailar en la calle a los desfiles, pero también a seguir reconstruyendo y haciendo trabajo voluntariado. (Tal vez el aspecto más desapercibido de ese desastre es la vasta fuerza de los ciudadanos-voluntarios quienes vinieron al rescate de la ciudad cuando el gobierno no lo hizo – y lo siguen haciendo.)
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No debemos olvidar los muertos, pero los vivos son el monumento: los vivos quienes coexisten en paz en tiempos ordinarios, y quienes se salvan entre ellos en tiempos extraordinarios. La sociedad civil triunfó esa mañana en su máximo esplendor. Míralo: acuérdate que esto es quienes fuimos y quienes podemos ser.”
Hoy les traemos un fragmento de una novela de Elena Poniatowska que nos recuerda esos días de mítines y reuniones secretas que buscaban crear un nuevo México, y nos transportan a una década de cambios y detenciones.
En este extracto de Carlos Monsiváis presentamos el surgimiento del cambio, la llama que se encendió y creció poco a poco en los corazones de miles de personas que, cansadas de vivir al margen, buscaron un cambio en los años 60.
En este relato autobiográfico, Iván Medina nos transporta al verano de 1966, cuando sus ojos adolescentes atestiguaron una inminente ebullición social, marcada por movimientos jipitecas, ideas revolucionarias y experimentación con nuevas drogas.
Son infinitamente diversos los motivos que pueden llevar a una persona a la cárcel. Pero culpable o no, como sociedad debemos trabajar para proteger sus derechos, su dignidad y acompañar su deseo de cambio, de reinserción, de otra oportunidad.
Para celebrar la vida y obra del escritor y revolucionario mexicano José Revueltas (1914- 1976), leímos su biografía y nos echamos un clavado a algunos de sus cuentos más tempranos, compilados en Dios en la tierra y publicados por primera vez en 1944. Aquí nuestras recomendaciones valedoras.