I
Jorge y Cassiel contaron los billetes que sacaron de sus pantalones.
—$200, $400, ¡$600 varos! ¡No mames, casi no la armamos! —exclamó Jorge resignado, pero soltando una risita. A un costado, un señor con una misteriosa bolsa negra miraba a Cassiel de arriba a abajo.
—La neta ya ni dan ganas de salir contigo —dijo Cassiel bromeando.
—¿Qué?, ¿Tienes miedo? ¡No pasa nada! Además, yo necesitaba salir a chambear sà o sÃ. Ya no tengo dinero —le respondió Jorge.
En el patio del juzgado habÃa quince personas hacinadas. El calor los traÃa irritados y sudados hasta las nalgas.
II
Todos eran comerciantes trabajando en la informalidad. Para su mala suerte, ese dÃa un alto mando habÃa ordenado limpiar todos los parques y plazas públicas en la ciudad. “Güey que vean vendiendo sin ‘permiso’, güey que se llevan a dar la vuelta. Ahora sà que ya saben. Ahorita hay chance” habÃa dicho en un audio el ‘poli mayor’, como lo habÃan guardado en el grupo de WhatsApp los oficiales de la Cuauhtémoc. A Jorge y a Cassiel los agarraron en La Roma, chambeando en uno de sus parques. El primero vendÃa dulces y cigarros, y el segundo interpretaba canciones con varios instrumentos a la vez, era un hombre orquesta.
III
—¡Estoy hasta la madre de que no nos dejen chambear en paz!
—Ya sé, pinche Jorge, pero pues ni pedo. Ya ahorita pagamos y nos vamos, ¿no?
—No mames, ¿cómo que “ni pedo”? A ti porque te sobra el varo, cabrón. Y di que la gente agarró tu equipo cuando lo tiraste. A mà los policÃas me quitaron mi merca, los culeros…
—Güey, ¿de qué te quejas? Aquà estoy contigo, ¿no? A mà ni siquiera me iban a traer. Te tenÃas que poner al pedo y ahà voy de pendejo a defenderte.
—Pues sÃ, güey, pero precisamente no se me hace justo que a ustedes ni siquiera los volteen a ver.
—¿A qué te refieres con “a ustedes”?
—Güey, es una chinga andar vendiendo asÃ, caminando bajo el sol. Uno lo hace porque no hay opciones y hay que sobrevivir. ¡Pero que todavÃa te trepen a una patrulla y tengas que pagar por ganarte el pan! ¡No mames! De por si no vendo bien, además ya tengo suficiente con la gente culera. Si no te miran feo, de plano te ignoran, te dan la vuelta o hasta te insultan.
—¡Pues no es de a huevo que te compren! Eso pasa en todos lados. No deberÃas tomártelo personal.
—No, no deberÃa, pero no fuera yo un güero de la zona cantando en inglés porque entonces todo el mundo en-can-ta-do. Te agradezco el consejo, pero asà no van a mejorar mis ventas ni va a mejorar el trato, ¿o nos trajeron aquà por guapos?
—Ya güey, no mames, relájate.
—Ni tú ni yo. Estoy emputado.
IV
Jorge y Cassiel llevaban una hora esperando a que los llamaran para pagar su multa. Eran $300 pesos por cabeza. El primero sólo juntó $200 y el segundo sacó $400 de su cartera para saldar ambas cuentas. En una esquina del patio, cuatro señores canosos hablan de su complicada situación económica, dos jóvenes discuten con una oficial porque no tienen dinero para pagar su multa y el resto, a excepción de Jorge y Cassiel, caminan, checan su celular y de vez en cuando miran el piso para matar el tiempo. Cassiel estaba irritado. No querÃa decirle a Jorge, pero le daba asco el olor a orina que emanaba de la esquina en la que estaban parados. Uno de los comerciantes notó las náuseas en la cara de Cassiel y le dijo: “Este es el baño. Aquà la banda se mea cuando los polis se van. Bajita la mano se dan la vuelta y en corto. Es que acá no ve la cámara”. Acto seguido, buscando ampliar la conversación, el comerciante le preguntó al señor de la misteriosa bolsa negra: “¿Verdad?”. Éste asintió con serenidad y después de mover la cabeza, se acercó despacio a Cassiel, volteó a ambos lados y le susurró casi en la oreja: “Amigo, ¿no quieres unos cacahuates? Está a 10 la bolsa”.
V
En ese momento entró un oficial al patio con actitud prepotente. Por el silencio que impuso todos intuyeron que era el más culero. Además, su uniforme viejo y su cara arrugada le daban un aspecto tan anticuado que Jorge murmuró en tono burlón: “¿Qué pedo con Don Puerco?”. El oficial levantó la mirada y con una voz aguardentosa gritó:
—¡¿Quién es Cassiel?!
—Soy yo —respondió un joven güero y alto, de cabello castaño, medianamente largo y ondulado.
Don Puerco lo llamó a la recepción.
—¿Tú eres el que toca varios instrumentos a la vez?
—SÃ, se conoce como One Man Band.
—Ah… ¿Y eso qué quiere decir o qué?”
—Hmm, Hombre Orquesta.
—Ok, ¿y qué tocas?
—Covers de rock.
—¿Cómo de El Tri, El Haragán, Tex-Tex y esas ondas?
—No, más bien de Bob Dylan, Patti Smith y Lou Reed.
—Ni idea de quiénes son esos, mano…
—Ah, pues son…
Don Puerco interrumpió.
—Mira, güero, contigo no hay problema. La cosa está asÃ: los vecinos reportaron el relajo que se armó en el parque. Dicen que siempre te pones a tocar, que ya te ubican y que tienes permiso. Ahora sà que ya nada más dejas tu multa y te vas.
—¡¿Cómo que tengo que pagar?!, ¡¿No que tengo permiso?!
—Pues es que no nos consta, pero con tus vecinos nunca hemos tenido broncas, ¿me explico? Yo que tú no le buscaba. ¿Te quieres quedar otro rato en lo que checamos el dichoso ‘permiso’?
—No pues no, pero… ¿Y mi amigo?, ¿Él también se puede ir?
—No joven, a su amigo ahorita nos lo vamos a llevar a otro lado.
—¡¿Cómo?! Si…
Don Puerco interrumpió de nuevo.
—No se preocupe, joven, igual en un rato se va. Ya pásale a pagar con la licenciada y vete.
VI
El oficial tomó del hombro a Cassiel y lo empujó para que fuera a pagar. Éste volteó al patio buscando a Jorge y, cuando sus miradas coincidieron, le hizo saber con un gesto que lo verÃa afuera. Cassiel pagó en una oficina junto a la recepción y después salió del edificio. En la banqueta, frente al juzgado, un grupo de oficiales lo amedrentó para que se alejara: “¿Qué pasó joven?, ¿quiere entrar de nuevo?, ahorita lo regresamos”. “Pendejos”, pensó Cassiel, quien avanzó molesto hacia una esquina de la calle. Mientras tanto, en el patio del juzgado, Don Puerco se acercó a Jorge y le dijo con frialdad: “Acompáñame, flaco”. Sin pronunciar una sola palabra ambos cruzaron el inmueble hasta salir del lugar. A lo lejos, Cassiel los miró.
VII
Don Puerco sacó a Jorge del juzgado y un policÃa lo subió a una patrulla. Esta vez eran cuatro oficiales. El conductor, su copiloto (Don Puerco) y un par de escoltas, uno a cada lado. Jorge se acomodó en medio de estos últimos y la unidad avanzó unos metros sobre la misma calle. Cuando llegaron frente a un callejón, Don Puerco volteó a donde estaba Jorge y con un tono de voz desdeñoso le dijo que podÃa irse. Él bajó del auto confiado, pensando que los policÃas le harÃan “el favor”. Ni siquiera lo multaron y ya no le importaba el destino de su mercancÃa. “Bueno, me voy a comprar más cosas con el varo que me ahorré”, pensó.
En la calle, Cassiel habÃa seguido a la patrulla y, desde una distancia prudente, observaba la situación. Entonces vio cómo su amigo bajó del auto con una sonrisa en la cara. Cuando Jorge pisó el asfalto, inhaló con fuerza el aire frÃo del camino y se limpió el sudor de la frente usando ambas manos. Estaba convencido de su libertad y, sin pensarlo, avanzó un pequeño paso hacia el callejón. De repente, el sonido de una puerta abriéndose lo alertó. En sus respectivos lugares, los cuerpos de Jorge y Cassiel se pasmaron por la confusión. Don Puerco habÃa bajado del auto y sin decir nada se lanzó contra Jorge, pegándole un macanazo en la espalda baja. Y cuando Jorge estaba en el piso, temblando de dolor, Cassiel vio aterrorizado la primera patada en la cara y después la segunda y la tercera y la cuarta.
Mi Valedor es una organización no gubernamental y sin fines de lucro. Nuestras actividades son posibles gracias a los donativos y al generoso apoyo de personas como tú.
Haz un donativo aquÃMe interesa retratar cómo se vive en la periferia de la Ciudad de México a través de la fotografÃa, la escritura y la ilustración. Actualmente participo en Voces del Oriente, un programa radiofónico hecho por alumnos del Taller de Radio y Periodismo Comunitario de la Fábrica de Artes y Oficios de Oriente, dedicado a hablar de la cultura y los problemas sociales de estos rumbos. También practico el arte de dar el rol.
Después de un año y ocho meses, regresan las corridas de toros a la Plaza de Toros en el centro de la ciudad. Con muchas réplicas y diferentes manifestaciones frente a la Plaza de Toros, dejando en claro la incomodidad de las personas sobre su regreso. La Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia […]
¡Extra!, ¡Extra!: Historia del periódico en México  Antes de hablar de los inicios del periódico, es preciso mencionar un invento revolucionario que cambió el destino de las comunicaciones humanas: la imprenta. Su creación es atribuida a Johannes Gutenberg (1400 – 1468), orfebre y herrero nacido en Maguncia, Alemania. En la época de Gutenberg ya existÃan […]
La fotografÃa hace su aparición en la historia de la humanidad cuando se inventa el daguerrotipo. Fue creado por Nicéphore Niépce, pero presentado públicamente en enero de 1839 por Louis Daguerre, en Francia. En términos generales, con este artefacto la ilustración se plasmaba sobre una superficie de plata pulida a modo de espejo. Primero, se […]
Al llegar, observas caras serias por todos lados; muchas de ellas apesadumbradas, con miradas perdidas. Pero también hay quienes sonrÃen, quizá por efectos de algunas sustancias o porque a pesar de todas las dificultades no pierden las ganas de conversar, contar chistes ni de mantener ese lado dicharachero caracterÃstico de ciertas personalidades. Lo cierto es […]
Presentación del proyecto editorial “Un migrante de Honduras” ¡No faltes!
La edición Valedoras 2, con fotografÃa de portada de la gran @lourdesalmeida, imágenes de las talentosas fotógrafas Sonia Madrigal, Laura Bernabé Ontiveros, Melba Arellano, Nayeli Cruz, Patricia Medina, Lizbeth @abismada_, Andrea Murcia @usagii_ko; con un proyecto artÃstico de Paola Eguiluz; la colaboración de Bob Schalkwijk, La Ciudad de México en el Tiempo, Fermin Guzman, @erotic_hollow […]