Haciendo uso de su gran humor, Edson Lechuga nos presentar una nueva gama de deportes, aquellos que ocurren diariamente en la cuidad, en los que muchos participamos, ¡y qué ni cuenta nos damos!
deportes-callejeros
si atendemos a la definición de diccionario de deporte, encontraremos que es una actividad o ejercicio físico sujeto a determinadas normas en que se hace prueba, con o sin competición, de habilidad, destreza o fuerza. déjenme hacer referencia a las tres últimas acepciones: habilidad, destreza y fuerza, para torcer esta disertación hacia aquellos “otros” deportes que sólo tienen sentido en la calle. me refiero a las gimnasias que practican los gaseros, los chafiretes de los bicitaxis, los ciclistas repartidores de garrafones de agua, los diableros de la meche y hasta los actualísimos uber.eats.
los gaseros, por ejemplo, practican un deporte más sofisticado que la halterofilia ya que además de levantar el máximo peso posible, han de tratar de no partirse la crisma al recibir el cilindro de gas que cae desde el camión hacia su cabeza; después el vía-crucis de llevarlo a hombros, subirlo escalón tras escalón hasta el tercer piso, o el cuarto, o el décimo sin que las piernas flaqueen. la única ventaja, podríamos pensar, es que al gasero se le pueden escapar algunos pedos sin riesgo a pasar bochornos dado que siempre estará envuelto por el halo protector del olor a gas butano que devasta cualquier otro aroma.
en el caso del ciclismo-callejero existen tres categorías:
a) triciclo (donde compiten los tamaleros, panaderos y repartidores de garrafones de agua)
b) ciclismo a dos ruedas (repartidores de farmacia, carteros y uber.eats)
c) bicitaxis
en la categoría a no es el tiempo lo que importa sino el contenido, o más bien, el vaciado del contenido. es decir, el deportista gana cuando el canasto de pan, el tambo de tamales o los garrafones están vacíos. no así en la b, donde el tiempo es oro y puto.el.último porque a más entregas más puntos. en la última categoría de esta disciplina, al contrario de las anteriores, las reglas son otras, ya que de lo que se trata es de estar lleno el mayor tiempo posible.
dejando el ciclismo habría que otorgar una mención honorífica a la fórmula 1 que se practica en la merced, es decir, los diableros. se trata de un deporte extremo, con obstáculos y a contra-reloj. en esta categoría podrían entrar sin duda los maleteros de la central camionera o del aeropuerto, pero pierden puntos ya que practican su afición bajo techo. en la meche es a pelo, a raíz. llueva o truene el diablero, enahualado en hormiga, colma su diablito con siete veces más su propio peso, y se lanza entre puños de gentes, puestos de garnachas, agujeros como cráteres, alcantarillas abiertas, transeúntes despistados hasta alcanzar la bodega, la pick up o el taxi donde ha de desalojar, descansar, descargar, evacuar, soltar ese peso que le dio sentido a su competencia.
no participan en estos deportes-callejeros los skatos, ni los freestyle, ni los fixies. tampoco la cascarita de barrio, ni la rayuela pero sí el levantamiento de tarro cervecero o el lanzamiento de colilla.
otro deporte extremo es el parkour asfáltico, que a diferencia de parís, en este insalubre de.efe se practica entre los coches. traga.fuegos, vende.chicles, limpia.parabrisas son los principales protagonistas. saltan, esquivan, driblan con una pericia que cualquier practicante de parkour envidiaría. neta.
la última de nuestras disciplinas callejeras condensa toda la habilidad, destreza y fuerza (hemos dicho) que requiere un deporte-callejero para ser llamado un deporte-callejero: los 100.metros planos con obstáculos.
se trata de la carrera para alcanzar al pesero. esta disciplina se lleva las palmas porque convoca a godínez, señoritas recién bañadas, burócratas, trajeados, obreros, hipsters y toda la fauna que es capaz de contener esta madrastra nuestra llamada de.efe. además y sobre todo, esta disciplina ofrece el invaluable premio de poder llegar a tiempo a la cita, la oficina, la escuela o la chamba sin recibir la consabida putiza de la pareja, el amigo, la maestra o el patrón.
así, cada mañana podemos ver a señoras, señoritas, modernillos y estudihambres saltando anafres, esquivando tenderetes, veloces, incansables, seguros de sí mismos, tenaces y persistentes en su afán de alcanzar al pinche pesero y colgarse con una habilidad de atleta olímpico del estribo del microbús ya en marcha para sentir en su pelo el contaminado vientecillo de la libertad. casi casi como la chica del titanic,
nomás que en vez de aquel barco, este pesero;
y en vez de aquel mar, este asfalto;
y en vez de aquel vals, esta guaracha sabrosona.
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